¡Qué aburridísimos son los políticos! y ¡que poquita confianza me dan!... ¡todos!... BLA, BLA, BLA... Escuchándoles a lo largo del día de ayer –siempre los mismos "caretos"– me venían a la memoria los versos de una canción del primer disco de Labordeta:
«Nos enredan en sílabas y en voces
desde el instante mismo en que nacemos
y, a través de los días y los días,
los oídos se llenan de palabras, y palabras».
("Palabras")
Y mientras tanto, ¿dónde quedan los sueños? ¿dónde el pensamiento utópico? ¿dónde las utopías realizables? ¿dónde el convencimiento de que el desarme y la paz son posibles? ¿dónde el amor sin pautas ni muletas? ¿dónde la justicia verdadera? ¿dónde la lucha por la definitiva abolición de la pobreza en el mundo?...
Parece que un buen día Joan Manuel Serrat –allá por 1992– nos dio la clave de lo que está pasando:
«Se echó al monte la utopía
perseguida por lebreles que se criaron
en sus rodillas
y que al no poder seguir su paso, la traicionaron;
y hoy, funcionarios
del negociado de sueños dentro de un orden
son partidarios
de capar al cochino para que engorde.
¡Ay! Utopía,
cabalgadura
que nos vuelve gigantes en miniatura.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
dulce como el pan nuestro
de cada día!
Quieren prender a la aurora
porque llena la cabeza de pajaritos;
embaucadora
que encandila a los ilusos y a los benditos;
por hechicera
que hace que el ciego vea y el mudo hable;
por subversiva
de lo que está mandado, mande quien mande.
¡Ay! Utopía,
incorregible
que no tiene bastante con lo posible.
¡Ay! ¡Ay, Utopía
que levanta huracanes
de rebeldía!
Quieren ponerle cadenas
Pero, ¿quién es quien le pone puertas al monte?
No pases pena,
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte.
¡Ay! Utopía,
cómo te quiero
porque les alborotas el gallinero.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
que alumbras los candiles
del nuevo día!»
("Utopía")
¡Basta ya de palabras devoradoras de sueños!... Hoy más que nuca tenemos que reivindicar, con todas nuestras fueras, la vuelta del pensamiento utópico...; ¡que la utopía regrese e impregne nuestra vida cotidiana!... Yo amo, reclamo, reivindico y vivo ese utopía que es como el pan nuestro de cada día, que levanta huracanes de rebeldía, que alborota al gallinero –¡como debe ser!– y, sobre todo, que alumbra los candiles del nuevo día...
Y al BLA, BLA, BLA politiquero y parlamentario que se inaugura con la nueva legislatura, le quiero recordar sencillamente algo que hace tiempo cantó Carlos Cano :
«Política no seas "saboría" y arrímate un poco al querer,
que no se escape la "vía" por esa "hería" que abre el poder
Escucha la guitarra loca y llena tus ojos de sol
al ritmo de los cantantes fertilizantes marcando el son,
el son del entendimiento con una "mijita" de corazón».
("Política no seas saboría")
¡¡¡QUE ASÍ SEA!!!
La política avanza por derroteros que nada tienen que ver con las personas. Saludos
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