Jesús Garriga. |
Desde hace ya casi cinco años, cuando he vuelto a escuchar las canciones de Jesús Garriga en su primer disco, me he dicho a mí mismo: «¡Que difícil lo va a tener Jesús para superar su "Hijo de sol"!»... Y es que aquel disco primerizo, editado en 2006, es una joya; considero que es uno de los mejores que atesoro en mi discoteca personal, y, además, es uno a los que sigo acudiendo, con bastante frecuencia, para disfrutar y relajarme,
Pasados esos casi cinco años he recibido el nuevo disco de Jesús y he de decir –tras escucharlo varias veces– que en él no solamente se ha superado a si mismo, sino que ha sido capaz de crear una obra aún mas coherente, más madura y más bella que aquel "Hijo de sol" que tanto aprecio.
Este nuevo disco se titula "Al[h]ambre" y ha vuelto a "tocarme" muy adentro; me ha "tocao" en lo que se refiere a mi sensibilidad y a mis sentimientos; y me ha "tocao", también –y sobre todo–, en algunas de mis convicciones respecto a esto que llamamos la "canción de autor".
En este "cuelgue" de hoy no voy a entrar con detalle en el nuevo disco de Jesús Garriga –lo haré mañana–; hoy, al hilo de él, sólo voy a intentar explicar lo que antes decía respecto a mis convicciones sobre la "canción de autor". Sin embargo, antes de nada, no puedo resistirme al placer de copiar la letra de una de las canciones de "Al[h]ambre"; precioso tema que ya he escuchado no sé cuantas veces y que ya he incorporado a mi universo sonoro; se llama "Quédate".
«Aunque mi casa sea pequeña, aunque parezca que no hay luz,
aunque la fe de paso al miedo y aunque me tiemble la salud,
quédate, que sigo anclado en los intentos de creer
y hago un derroche de reproches cada vez
que me revuelco en el desastre de vivir
con mucho que temer.
Aunque mi sueño sea un columpio con las cadenas de papel,
aunque no sepa si hay mañana y aunque me pese lo de ayer,
quédate, que estoy tocado pero sigo estando en pie
y se acumulan lo deseos de insistir,
niña, quédate a vivir».
aunque la fe de paso al miedo y aunque me tiemble la salud,
quédate, que sigo anclado en los intentos de creer
y hago un derroche de reproches cada vez
que me revuelco en el desastre de vivir
con mucho que temer.
Aunque mi sueño sea un columpio con las cadenas de papel,
aunque no sepa si hay mañana y aunque me pese lo de ayer,
quédate, que estoy tocado pero sigo estando en pie
y se acumulan lo deseos de insistir,
niña, quédate a vivir».
Jesús Garriga. (Fotografía de Aday Cácerez). |
Y, tras el texto de "Quédate" –de Jesús Garriga–, vamos con lo de las convicciones a las que antes hacía referencia; convicciones que, como seguidamente podremos comprobar, se refieren al tema y a la experiencia del "amor". (Trataré de explicarme aunque aunque, para ello, sea necesario que este "cuelgue" se haga un poquito más extenso de lo habitual).
En 1983, con motivo de la publicación del libro "Pueblo que canta" –editado por la "Asociación de la Música Popular"– me propuse hacer un estudio sobre cuáles habían sido los "temas" fundamentales desarrollados en la "canción de autor" entre 1961 y 1982, es decir, en el periodo de su nacimiento y de su máximo desarrollo en nuestro país. Seleccioné, para hacer ese estudio, 3.272 canciones de las más significativas, y durante más de tres meses estuve analizándolas y clasificándolas.
El resultado de aquel estudio fue realmente sorpresivo e interesante. Hoy voy a limitarme a ofrecer los datos que me van a servir para fundamentar las convicciones sobre las que deseo hacer girar este "cuelgue".
De aquellas 3.272 canciones, 558 eran canciones de amor –es decir, un 17%–; me refiero a canciones que planteaban y desarrollaban la experiencia amorosa de forma directa y en sus múltiples manifestaciones; si hubiera considerado también aquellas canciones en las que el amor aparecía de forma tangencial, el porcentaje se habría disparado, muy posiblemente, al 40%.
A la experiencia del amor –que alcazaba el mayor porcentaje de aquel estudio– le seguían la de la "esperanza" (12,3%) y, curiosamente, ya a bastante distancia los temas de la "solidaridad" (4,6%), la "libertad" (3,9%) y algunos problemas sociales como "el racionalismo y la despersonalización" (3,8%), o "la pobreza y la lucha de clases" (3,8%). (El análisis detallado de este estudio lo ofreceré próximamente en otro "cuelgue").
La conclusión de los datos anteriores es que evidentemente la "canción de autor" desde sus orígenes, e incluso en la época de la dictadura franquista y la transición democrática –es decir, en los años de mayor conflictividad política y social–, ha sido una canción en la que ha predominado el canto al amor; lo que es lógico y normal si tenemos en cuenta que el amor es el escenario fundamental sobre el que se desarrolla nuestra existencia...; «solo el amor engendra la maravilla y consigue encender lo muerto» –dice Silvio–; «el peso del mundo es amor...; nadie duerme sin sueños de amor, el llanto del mundo es amor» –cantaba Hilario Camacho interpretando a Allen Ginsberg–; y es que, como afirma Pedro Guerra en su reciente disco, «el mono espabilado –pase lo que pase, siempre– se enamora».
Obra de Eduardo Úrculo. |
Todo esto que acabo de contar, viene a concluir y a resumirse en la siguiente afirmación rotunda: El amor y la experiencia amorosa deben ser unos de sus temas claves y nucleares de la "canción de autor". Afirmación que en ningún momento se opone, o se contradice, con las dimensiones "sociales", o de "solidaridad" y de "denuncia" que también deben caracterizar a las creaciones de los llamados "cantautores". (Recordemos aquello de Benedetti, que ya cantó Jesús Garriga en su disco anterior: «Si te quiero es porque "sos" / mi amor, mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos... / Te quiero porque tu boca / sabe gritar rebeldía»).
Ahora bien, creo que es importante hacer una aclaración..., ¿en que se diferencia entonces una canción de amor del género, digamos que, de los "cantautores", y una canción de las que suele considerarse como más comerciales –la también llamada "canción consumo"–?... Para mi está claro, ¡clarísimo!...; el límite lo marca la "calidad": calidad poética, calidad de planteamientos y –por supuesto– calidad musical. Una canción de amor de calidad debe fotografiar latidos y sentimientos, debe ser reflejo de una realidad que se entreteje de luces y de sombras; debe ser apasionada (recordemos aquello que escribió Eduardo Gudiño Keiffer, y que cantaron Claudina y Alberto: «sí, claro que te quiero con el alma, / pero también te quiero con el cuerpo... / quiero que me quieras / con la piel, con las uñas, con los dedos»); en fin, una canción de amor de calidad debe de ser una proyección de la vida real; de la cotidianidad y del éxtasis; de cercanías, de rupturas, de ausencias, de deseos, de añoranzas y de reencuentros...
Jesús Garriga. (Fotografía de Aday Cácerez). |
«Volveré sobre mis pasos, esperaré a verte dormida
para adueñarme de tus sueños, para soñar que en tu paz duermo
para dar palabra a un muerto y frenar mi vida enloquecida,
para buscar el yo perdido, para encontrarte a ti, conmigo. [...]
Antes de que alguna de tus fotos, se vuelva vieja y amarilla,
volveré a buscar mis pies y tu saliva.
Volveré sobre mis pasos, esperaré a verte desnuda,
adueñarme de tus senos, ser la luz de tus pupilas».
(Jesús Garriga. “Delirio”)
He vuelto sobre otra de las canciones de Jesús grabada en su último disco para decir, como final de este "cuelgue" que en "Al[h]ambre" vamos a poder encontrarnos con varias de esas canciones de amor que sólo son capaces de crear "los grandes cantautores"... Pero bueno, del disco hablaremos mañana...
La verdad es que lo que hoy he escrito es sencillamente la expresión razonada de una necesidad: la necesidad de afirmar que para ser un buen"cantautor" no basta con tomar una guitarra, componer cuatro "cositas" de corte más o menos "romanticón" y echarse a cantar... ¡no!...; componer e interpretar canciones, o el "oficio de cantor", requiere mucha más exigencia personal, más "jondura" humana, mayor calidad y sensibilidad creativa, y más seriedad: «Mi oficio de cantor –como dice Miguel Ángel Morelli, y para concluir– es el oficio / de los que tienen guitarras e el alma».
La verdad es que lo que hoy he escrito es sencillamente la expresión razonada de una necesidad: la necesidad de afirmar que para ser un buen"cantautor" no basta con tomar una guitarra, componer cuatro "cositas" de corte más o menos "romanticón" y echarse a cantar... ¡no!...; componer e interpretar canciones, o el "oficio de cantor", requiere mucha más exigencia personal, más "jondura" humana, mayor calidad y sensibilidad creativa, y más seriedad: «Mi oficio de cantor –como dice Miguel Ángel Morelli, y para concluir– es el oficio / de los que tienen guitarras e el alma».
Hola!! Soy de Argentina y la música de Jesús me llegó como llegan los milagros, con Hijo del Sol.Mi alma nesita desesperadamente poder escuchar Al[H]ambre, lamentablemente el cd de Jesus no llega (aún) al sur del mundo.
ResponderEliminarMi corazón agradecerá infinitamente si alguien puede ayudarme a conseguir el nuevo cd! Por favor??? ya no sé cómo hacer! Por favor!!!!Mi mail es florciampichini@yahoo.com.ar
Tal vez, nuevamente, un milagro baje.
Saludos desde Buenos Aires! Flor