Voy a hacer un pequeño paréntesis en los cuelgues que vengo desarrollando dedicados a José Antonio Labordeta para transmitir, y dejar constancia, de una experiencia que viví anoche y que, sin esperarlo, se convirtío en una especie de espaldarazo a mi fortaleza para seguir creyendo en la paz como una posibilidad real; no fue nada extraordinario, fue algo sencillo y cotidiano, pero, a la vez, creo que importante.
Anoche estuve en Libertad 8, donde cantaban Alfonso del Valle y Manuel Cuesta; llegué bastante cansado y no pude quedarme a todo el concierto.
Ante aquella circunstancia, Manuel que sabe que una de sus canciones que más me gusta y más me emociona es "Tu risa en la Alameda" –tema que suele cantar al final de sus conciertos– decidió cantarla al principio para que yo pudiera escucharla, y disfrutarla, antes de marcharme a casa.
Os propongo recordar primero la letra de esa canción –si tenéis la oportunidad, no dejéis de escucharla–, y luego os cuento los motivos por los que hoy ocupa este rinconcillo del blog que dedico, diariamente, a maldecir la guerra y la violencia.
«Crece entre el fulgor de la ciudad,
este paseo que antaño fue un pantano
que hacinaba los sueños, la enfermedad
convirtiendo lo sumergido en altozano
Aun conservo mis viejos cárteles de cine
que compraba los domingos en el mercadillo
y las cintas de cassette pirata
de Silvio, Dylan y O'Funkillo
Álamos, canales, tajuelos y tres fuentes
habitaban en este paraíso perdido
de vecinos que nadaban contra la corriente
y nadie que dijera todo esto esto está prohibido
Esta noche quiero llevarte a pasear
y beberme a tragos tu risa en la Alameda
dos leones custodiarán mi alma en el Boulevard
Mientras Hércules y César
sonríen desde la arboleda.
Si quieres levantarle la falda a esta ciudad
tienes que venir bajo su manto de estrellas
brindaremos por Paco Zapata en el Central
mientras Hércules y César
contemplan la polvareda.
Si pisas sobre el paseo de la Alameda
pisarás el viejo túnel de un metro que nunca fue
ahora el túnel es un pozo de tormentas
y las putas hace tiempo que abandonaron el edén.
Sevilla renacentista y barroca
refugio para Ulises, hogar de las Sirenas
los labios que saben rozar las bocas
y Bécquer con un verso quita a las musas las penas
Esta noche quiero llevarte a pasear
y beberme a tragos tu risa en la Alameda
dos leones custodiarán mi alma en el Boulevard
mientras Hércules y César
sonríen desde la arboleda
Si quieres levantarle la falda a esta ciudad
tienes que venir bajo su manto de estrellas
brindaremos por Paco Zapata en el Central
mientras Hércules y César
contemplan la polvareda.
Espacio para el arte, el amor, la resistencia
fueron exiliados los mercaderes ambulantes
ahora quieren enterrar el albero en la opulencia
bajo la explotación urbana, olvidar lo que fue antes
Llévame esta noche a beber a la Habanilla
y pídeme un Gin Tonic que esta noche celebramos
que Manolo caracol la lía por Seguidillas
que esta sigue siendo la Alameda que soñamos.
Esta noche quiero llevarte a pasear
y beberme a tragos tu risa en la Alameda
dos leones custodiarán mi alma en el Boulevard
mientras Hércules y César
sonríen desde la arboleda
Si quieres levantarle la falda a esta ciudad
tienes que venir bajo su manto de estrellas
brindaremos por Paco Zapata en el Central
mientras Hércules y César
contemplan la polvareda.
Que hoy habrá revolución,
dará comienzo en la alameda».
Esta bellísima canción de Manuel Cuesta, que la he escuchado cientos de veces –él la canta cada vez mejor–, anoche en Libertad 8 me provocó dos pensamientos que me gustaría compartir.
En primer lugar, me trajo a la memoria estas palabras de Daniel Barenboim: «No hay solución militar para la paz, y mientras haya quien lo piense, no se conseguirá nada [...]. Creo que a través de la música puede superarse el odio y crearse el diálogo, el entendimiento y la armonía»... ¡Totalmente de acuerdo!...
Y anoche yo pensaba: «Creo que mientras un ser humano sea capaz de crear canciones como "Tu risa en la Alameda", hay esperanzas para la PAZ y para el cese de la violencia; y lo creo porque estoy convencido de que la "belleza" y la "sensibilidad" son dos de los caminos imprescindibles para nuestra deseada e implacable abolición de las guerras»... "Tu risa en la Alameda" es, sobre todo eso: belleza y sensibilidad.
El segundo pensamiento que anoche me atrapó giró en torno a lo que Manuel dice al final de su canción: «La revolución dará comienzo en la alameda»...; la revolución auténtica, la revolución de la PAZ –en nuestro caso– comienza y se hace posible en lo cotidiano, en el día a día, en lo sencillo, en las pequeñas cosas, en la calle, en la ternura.... «en la alameda»... ¡Gracias Manuel!
¡Gracias Manuel! ¡Gracias Lucini!
ResponderEliminar¡Bendita esperanza! - 100+70