Hay "cantautores" y "cantautoras" –compositores e intérpretes– que contra "viento y marea" luchan y defienden su trabajo apasionadamente, y que no están dispuestos a renunciar a su "oficio de cantores"; son hombres y mujeres que, como escribe Miguel Ángel Morelli –y canta Mercedes Sosa– «tienen guitarras en el alma».
«Mi oficio de cantor es el oficio
de los que tienen guitarras en el alma,
yo tengo mi taller en las entrañas
y mi única herramienta es la garganta».
(“Cantor de oficio”)
Una de esas "cantautoras" es ELENA BUGEDO; una de las más geniales creadoras de nuestra canción popular que ama la música; que no cesa –ni se rinde– a la búsqueda de nuevas sonoridades en la desnudez de su gartanta y de su guitarra; y que milita, pese a todo, en la "alegría" y en la "esperanza". Extraordinaria "cantora de oficio" que en este momento ha acuñado una especie de "máxima" que sutilmente se va engarzando en muchas de sus canciones: «A mi no me cuentes penas / yo ya tengo con las mías / cuéntame alegrías».
Elena con su guitarra a cuestas, y con esa "alegría" y "esperanza" que procura –y va consiguiendo– liberar cada mañana, cantó el pasado sábado, 24 de septiembre, en Libertad 8.
Escucharla cantar fue –como siempre que he acudido a sus recitales– una auténtico placer; Elena es una creadora que desborda imaginación; que posee una extraordinaria capacidad para sumergirte en un mundo fantástico en el que los sueños afloran como posibilidades reales; que es capaz de conmoverte y de hacerte sonreír con la desnudez de sus palabras y de su guitarra; y que, sobre todo, canta y compone muy bien..., con mucha calidad, con mucha belleza, y salvaguardando, en todo momento, ese rasgo de su personalidad que es la reivindicación de su necesidad y de su derecho a la alegría compartida.
Elena Bugedo. |
Escucharla cantar fue –como siempre que he acudido a sus recitales– una auténtico placer; Elena es una creadora que desborda imaginación; que posee una extraordinaria capacidad para sumergirte en un mundo fantástico en el que los sueños afloran como posibilidades reales; que es capaz de conmoverte y de hacerte sonreír con la desnudez de sus palabras y de su guitarra; y que, sobre todo, canta y compone muy bien..., con mucha calidad, con mucha belleza, y salvaguardando, en todo momento, ese rasgo de su personalidad que es la reivindicación de su necesidad y de su derecho a la alegría compartida.
Hasta aquí mi comentario al recital de Elena Bugedo en Libertad 8; permitidme ahora una reflexión que me persigue desde que salí de su concierto.
Salí, por una parte, entusiasmado al pensar la suerte que tenemos en este país nuestro de poder seguir contando con "cantores de oficio" como Elena; pero salí, a la vez, triste e indignado al pensar y al sentir, una vez más, lo tremendamente difícil y duro que es su trabajo; un bello trabajo –como el de otros muchos jóvenes "cantores"– que cada día está siendo más injustamente tratado –yo diría que despreciado–; un trabajo de extraordinaria dignidad y valor cultural al que tienen que hacer frente –para poder sobrevivir y no "tirar la toalla"– echándole mucho entusiasmo y mucho coraje, pero prácticamente sin medios... Y es que lamentablemente la canción de calidad, la belleza y la sensibilidad cada vez se cotizan menos en esta mierda del mercado capitalista, eficacista y financiero.
Elena, por ejemplo, –y quiero ser claro– pese a su calidad como creadora y a sus años de oficio en esto de la canción, y con un montón de maravillosas nuevas canciones, carece en este momento de los medios imprescindibles para poder grabarlas y darlas a conocer; medios que, por lógica, en respuesta a la "calidad" del creador, deberían aportar o favorecer –como inversión– la industria discográfica y las empresas que se dedican y viven –algunas muy bien a pesar de la famosa "crisis"– de eso que se llama comunicación.
Ante esa situación Elena se ha visto obligada a presentarse al famoso concurso de televisión "Tú si que vales" pensando en la posibilidad de grabar su próximo disco con los euros que podría obtener si conseguía ganarlo. Tras pasar las diferentes fases del "Tú si que vales" –todas ya grabadas y "enlatadas"– Elena Bugedo –como podremos constatar próximamente en Tele 5– se quedó semifinalista, pero nada más –no fue la ganadora–; decisión adoptada por un juragado mediático integrado que Risto Mejide, Kiko Ribera, la cantante Merche y José Luis Moreno... Sin comentarios... Menos mal que aunque Elena no ha logrado su objetivo, por lo menos pronto serán muchas personas las que podrán disfrutar en la pantalla de su arte y de su calidad: «cantora de oficio que tiene guitarras en el alma y cuya herramienta de trabajo es la creatividad y la garganta»... Y menos mal también, que Elena es indestructible y ahí la tenemos afrontando –con la ilusión mantenida– la grabación de su nuevo disco, eso sí, contando con escasos medios y al ritmo que las circunstancias se lo permitan.
Elena Bugedo. |
En fin, son situaciones y hechos que acontecen en el mundo del arte y de la cultura que a mí, conforme me voy haciendo más mayor, me causan más indignación. Ojalá algún día los "cantores" –por supuesto, los de calidad– puedan desarrollar su "oficio" con la libertad y con la dignidad que se merecen... ¡Ojalá!, porque el suyo es un «oficio lindo, hermoso y liberador»..., y para que quede claro, volvamos a recordar el canto de Miguel Ángel Morelli y Mercedes Sosa:
«Mi oficio de cantor es el mas lindo
yo puedo hacer jardín de los desiertos
y puedo revivir algo ya muerto
con solo entonar una canción.
Mi oficio de cantor es tan hermoso
que puedo hacer amar a los que odian
y puedo abrir las flores en otoño
con solo entonar una canción».
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