Hilario Camacho. (Fotografía de Félix Lorrio). |
«Construí una casa azul
junto a un lago lleno de esmeradas,
dibujé un manantial de luz
que bañaba un bosque de palmeras.
Sobre el papel pinté siete ventanas,
siete azules ojos de cristal
y dejé después la puerta abierta
invitando siempre a entrar.
El salón era un gran jardín
de claveles, rosas y violetas,
las guitarras daban al lugar
el color alegre de una fiesta.
Colgué la casa azul junto a mi cama
y pensando en ella me dormí,
te vi llegar después como un suspiro
y te oí decir: Ven junto a mí. [...]».
("Arquitecto de sueños")
Tras su estancia en el colegio de los escolapios de Getafe, Hilario Camacho se matriculó en a Facultad de Económicas de Madrid donde entró en contacto con un grupo de conocidos y amigos que como él estaban interesados en el tema de la música y de la canción; entre ellos Moncho Alpuente, Adolfo Celdrán –con el que compartió piso durante una temporada–, Elisa Serna, Ignacio Fernández Toca, Juan Manuel Bravo "Cachas" o Antonio Gómez.
«Me encontré con un viejo compañero del Colegio San Antón, Moncho Alpuente –recordaba Hilario–. Me lo presentaron en el programa de Radio Caravana que llevaba Ángel Álvarez, el popular locutor que presentaba el musical "Vuelo 605".
Cursando el segundo año de carrera conocí también a Elisa Serna, era una chica muy atractiva y con mucho carácter. Ella, lo mismo que yo, componía y cantaba sus propias canciones. (De hecho, durante un tiempo, vivieron una relación bastante apasionada).
De izquierda a derecha: Anselmo Cano, Elisa Serna e Hilario Camacho. Fotografía tomada en "La Guarida", un pequeño local de la madrileña calle Santa Engracia donde se reunían para ensayar. |
En el centro Hilario, a su izquierda Mari Lali Salas y a su derecha Elisa Serna. Fotografía tomada en una caseta de la popular feria de la Virgen de la Paloma. |
Igualmente conocí a Ignacio Fernández Toca y a José Manuel Bravo, el "Cachas". Los dos me parecieron muy interesantes y tuvieron una gran influencia sobre mí. Con la perspectiva que me da el tiempo, estoy en condiciones de asegurar que de alguna manera, me borraron de un plumazo toda mi época pop. Sucedió de tal manera, que sin darme cuenta me convertí en otro Hilario, aunque a mi aire.
Un día –continuaba recordando Hilario– me presentaron a Antonio Gómez. Mi amistad con él supuso mucho, gracias a él conocí a otros cantautores, a pintores, actores, etc. Me encontraba en mi salsa».
El caballero de la izquierda es nada más y nada menos que Adolfo Celdrán; el de la derecha –con perilla y cartapacio– Antonio Gómez; Hilario aparece –como era normal– entre dos chicas. |
En aquellos años Ignacio, El Cachas e Hilario empezaron a montar actuaciones por los barrios y en los foros universitarios –parroquias de los curas obreros y colegios mayores como el Chaminade, San Juan Evangelista, Elías Ahuja o la Casa de Brasil–; al principio no cobraban ni un duro, gesto romántico que pronto dejó paso a la realidad. Los gastos eran tantos que no podían hacer frente a ellos y decidieron fijar una mínima cantidad a cobrar por actuación. «A partir de ese momento –decía Hilario– se puede decir que di los primeros pasos como músico profesional».
En 1967, Igancio Fernández Toca, "Cachas" y otros compañeros universitarios decidieron crear un colectivo al que llamaron "Canción del Pueblo"; colectivo al que, por supuesto, se incorporó Hilario. El concierto "fundacional" de aquel colectivo se celebró el 22 de noviembre de 1967 en el Salón de Actos del Instituto Ramiro de Maeztu, de Madrid. Este fue su cartel anunciador:
Después de aquel histórico recital, Hilario Camacho grabó su primer single editado por EDUMSA; disco en el que incluyó dos canciones compuestas sobre dos poemas de Nicolás Guillén: "El fusilamiento" y "El son del deshaucio".
A este disco –arreglado musicalmente por Manuel Toharia– lo dediqué un "cuelgue" específico el pasado viernes, 27 de Mayo de 2011 y no voy a repetirme, lo que sí voy a hacer es completar aquella información con un dato curioso: La canción "El fusilamiento" fue totalmente censurada y reprimida por el franquismo. Recordemos el texto:
«Van a fusilar
a un hombre con las manos atadas.
Hay cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
que está amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van
a matar.
¿Puedes escapar?
¡No puedo correr!
¡Ya van a tirar!
¡Qué vamos a hacer!
Quizá los rifles no estén cargados...
¡Seis balas tienen de fiero plomo!
¡Quizá no tiren esos soldados!
¡Eres un tonto de tomo y lomo!
Tiraron
(¿Cómo fue que pudieron tirar?)
Mataron.
(¿Cómo fue que pudieron matar?)
Eran cuatro soldados
callados,
y les hizo una seña, bajando su sable,
un señor oficial;
eran cuatro soldados
atados,
lo mismo que el hombre que fueron
los cuatro a matar»
Cuando Hilario presentó esta canción a la Direccion General de Teatro y Espectáculos solicitando su autorización para poder cantarla y difundirla recibió el siguiente documento:
He visto muchos oficios y documentos procedentes de la censura de los años sesenta y setenta, pero ninguno aparece tan sellado y tan emborronado como este...; es evidente que esta canción le hizo "pupa" a los censores y les despertó toda la agresividad y la "mala leche" del mundo... Pero Hilario, a pesar de todo, la siguió cantando.
Era normal tal supracensura, por quien era el autor del poema y por lo que decía, y eso que el mensaje es más bien explícito, pero no se podía dar alas al pensamiento de que matar está mal.
ResponderEliminar¡Qué guapa sale Elisa en estas fotos! ¡Y qué formales -y guapos también- Hilario, Adolfo y Antonio!
A raíz de ayer me acordé de un texto que escribió Benedicto en su blog hace ya tiempo, -en el que ya no escribe, pero que ahí lo ha dejado-, recordando las locuras con Hilario por Madrid:
http://www.blogoteca.com/chiscandounollo/index.php?cod=4771
Creo que muchos cantautores cincuentones/sesentones hemos vivido experiencias muy parecidas a las que cuentas de Hilario hoy. Destacaría lo de las influencias: "Igualmente conocí a Ignacio Fernández Toca y a José Manuel Bravo, el "Cachas" que me borraron de un plumazo toda mi época pop. Sucedió de tal manera, que sin darme cuenta me convertí en otro Hilario, aunque a mi aire".
ResponderEliminarLo de la censura era vergonzoso y cantar algo censurado era multa segura.
Gracias, Fernando.