En el mundo de la canción, y del arte, en general, hay creadores que renuncian a "enfollonarse" en la movida progre y bulliciosa de la celebridad –"trepa que te trepa"; "foto que te foto", "lame que te lame"– y que deciden mantenerse al margen de todo aquello que se impone como imprescindible para el "famoseo" y para convertirse en eso que llaman "ser una estrella" –"conocer a...", "ser amigo de...", "que me vean con...", "estar en la fiesta de..., etc., etc.–... (¡Pobres estrellas, con lo que me gusta contemplarlas silenciosamente en la madrugada!).
Son creadores que con el paso del tiempo acaban siendo marginados por su marginalidad...; marginados por practicar la ética de la sencillez y de la humildad; marginados por creer que la calidad humana y creativa debe estar muy por encima de cualquier mediocridad; marginados porque prefieren ser coherentes haciéndose a si mismos y haciendo lo que les apetece...; y hoy en día especialmente marginados en estos tiempos de crisis en que, no es que se le cierren puertas a la "cultural", es que cuando aparece –nada más vérsele el flequillo– se producen "portazos" –privados e institucionales– atronadores.
Entre esos creadores –poeta sensible y extraordinario compositor– figura JUAN ANTONIO MURIEL, malagueño al que hace ya muchos años que sigo y admiro.
Juan Antonio Muriel. |
Juan Antonio Muriel en Libertad 8. |
«Con la paciencia de
un relojero
y el esmero de un cirujanovoy tejiendo con mis manos
mi tapiz, mi cancionero [...].
La canción del artesano
es mi pan de cada día,
nunca morirá de olvido
una canción de artesanía [...]:
todo lo que en el olvido muere
nunca tuvo melodía».
Juan Antonio Muriel nació en Malaga, en 1949. Desde muy pequeño lo que más le gustaba hacer era pintar y tocar la armónica; a los veinte años tomó la decisión de dedicarse a la música, es decir, a componer e interpretar sus propias canciones. (Pudo ser cualquier cosa, tener cualquier profesión, pero, como el mismo dice en una de sus canciones, «a la orilla de una guitarra me quedé, porque a la orilla de una guitarra me siento bien»).
En 1974, cargado con su guitarra, y con un montón de ilusiones, se trasladó a vivir en Madrid, donde las cosas no le fueron demasiado fáciles hasta que tres años más tarde –con mucho trabajo y con la ilusión mantenida, yo creo que gracias al hechizo de la luna– pudo grabar su primer disco titulado "¡Poder andaluz!" (1977), del que muchos andaluces residentes, como él, en Madrid nos sentimos orgullosos y totalmente "identificados"; disco en que Juan Antonio reivindicó su identidad sureña haciéndose voz y latido de los problemas y de las esperanzas que en aquel momento vivía el pueblo andaluz –en particular, del drama de la emigración– y en el que le rindió su particular homenaje a Federico García Lorca, en la canción titulada "Bajo un olivo. A un lucero muerto".
Es evidente, aunque haya gente a la que le cueste reconocerlo o recordarlo, que "¡Poder andaluz!" es una obra esencial para conocer la Andalucía de los años setenta; y que fue una manifestación clave que sirvió para potenciar y hacer realidad, eficazmente, la reivindicación de la identidad y de la autonomía del pueblo andaluz. (¡Lastima que haya tanta gente a la que le falla voluntariamente la memoria1)
A aquel primer disco le sucedieron "Seguir viviendo" (1983) –en el que incorporó la canción "Princesa", que Joaquín Sabina grabó dos años después en su álbum "Juez y parte"– y "La luna vigila" (1987).
Tras aquellas grabaciones, Juan Antonio, fuera de los circuitos disqueros –que ahora por "sus propios pecados" asisten a su merecido derrumbamiento–, siguió componiendo hermosísimas canciones, muchas de ellas desconocidas para lo que Otero y Celaya llamaban "la inmensa mayoría"; canciones, en las que siempre aparece como referencia su pasión por la música italiana –por "cantautore" hacia los que yo también me siento apasionadamente cercano como Fabrizio de André, Lucho Dalla o Francesco de Gregori entre otros– y su gran capacidad para observar y extraerle a la realidad sus latidos, y para recrearla convirtiéndola en canciones. Canciones como "Plaza del atril", "Mi tristeza", "La canción del artesano","El mar de la tranquilidad", "La locura de vivir" o "Alrededor del piano", compuesta con Laura Granados.
En este momento, a la espera de la publicación de su nuevo disco CAMINAR, Juan Antonio Muriel y Laura Granados siguen dando sus recitales por separado, o juntándose en un hermoso dúo al que llaman "Venakapaka"; dúo que actuará mañana viernes 18 de febrero, por la noche, en el Café Libertad 8, y que merece la pena conocer para disfrutar de una noche verdaderamente mágica.
"Venakapaka": Juan Antonio Muriel y Laura Granados. |
...Un Grande, un Maestro, al que tengo que seguir Descubriendo!!!...
ResponderEliminarFernando muchas gracias por tan hermoso artículo dedicado a alguien tan querido para mí desde hace muchos años, y gracias también por quedarte en mi blog.
ResponderEliminarUn abrazo.
María Ángeles (Marigel)
creanlo o no soy el hijo de su hermano osease su sobrino y estoy super orgulloso de ello =)
ResponderEliminarCn los ojos de una niña de 7 años, yo te veía tímido, callado, pero sobre todo, buena persona. Eso pensaba toda mi familia. Visitabas mi casa con frecuencia. Al paso d los años, te descubrimos como cantautor. Desde entonces, te he seguido como el Guadiana. No te prodigas mucho p tu tierra(al menos a mí no me llega información d conciertos p aquí). Celebro haberte reencontrado. Hace 50 años, estuviste en mi comunión. Un saludo
ResponderEliminarMuriel es un artistazo! La Canción del artesano es una joya literaria, musical y hasta política. Lo que tanto hace falta a los políticos, la humildad, la sencillez y ¡LA BELLEZA!
ResponderEliminarEs malagueño, le encantaba de joven tocar la armónica y me gustaría conocerlo para tocar juntos este humilde instrumento, yo toqué en el teatro Municipal de mi Santiago de Chile, un trozo de la "Malagueña" de la suite Andalucía de Lecuona ¡Qué hermoso sería! Saludos, Juan Antonio! Aníbal Wilson P.