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viernes, 5 de junio de 2020

TESTIMONIOS MUSICALES: AUTE (25)


Mientras que Luis Eduardo Aute afirma cantando que vivir es el mandato de reflexionar qué es la libertad y que sin la libertad es absurda la vida,se está gestando en España uno de los acontecimientos más lamentables de nuestra historia contemporánea. El 23 de febrero, tras la dimisión del presidente del gobierno Adolfo Suárez, y durante la votación de investidura de su sucesor Leopoldo Calvo Sotelo, un grupo de militares capitaneados por el teniente coronel Tejero intentan dar un Golpe de Estado en el Congreso de los diputados acribillando, con sus pistolas y con su verborrea soez, los latidos del alma de un pueblo que finalmente había optado por la democracia y empezaba a intrusa o a saborearla como una posibilidad. 

Aquel fue un día tremendamente triste, tenso y depresivo para quienes habíamos construido nuestra identidad sobre el sueño o la utopía de la libertad…, después de tantos años de lucha y de esperanza, cuando parecía que dábamos nuestros primeros pasos hacia la Albania proyectada, constatábamos que aquello era una aventura, si no imposible, al menos permanentemente insegura y amenazada.

Diez días después, el 5 de marzo, Luis Eduardo Aute con su nuevo disco "ALMA" recién editado, se presenta en el Teatro Salamanca de Madrid…, la esperanza y el miedo, el amor y la muerte, y en el fondo el sueño desgarrado de una vida que pudiera ser radicalmente distinta de la que fue, palpitaron aquella noche en el teatro, un teatro-templo abarrotado de soñadores abatidos por el impacto y la evidencia de que la existencia humana no es mas que un reto en el tiempo entretenido de contradicciones.


Todo este acontecer, sin lugar a dudas, le afectó profundamente al hombre y al poeta sensible que se esconde en Eduardo…; en el final del camino de su segunda trilogía –sin duda la más vital y esperanzada–, cuando parecía que Aute había llegado a la cúspide de sus reflexiones y hallazgos sobre a vida como una realidad abierta y positiva, irrumpe en él de nuevo la duda ahora de la mano, por ejemplo, de Luis Antonio de Villena, de Stevenson o de Francis Scott Fitzgerald; «¿Dónde ese sur buscado noche a noche para ser feliz? ¿Dónde la tierra del alba?… Y así vamos hacia adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado… Y la vida… ¿qué es la vida? Es un páramo desnudo, ver el amor llegar y ver el amor marcharse».

«Como llegó,
pasó,
con la premura de quien huye
de un mal que todo lo destruye;
un implacable mal,
mucho peor que el más temible
criminal.
Y huye, huye,
del paso del tiempo el amor,
huye de ti, huye de mí,
huye el amor,
intensa flor
de un día.
Al recordar
el mar,
un espejismo de esqueletos
desvela todos sus secretos,
sólo veo volar
un batallón de buitres vigilando
el mar.
Y huye, huye,
del pájaro la libertad,
huye de ti, huye de mí,
huye el amor,
intensa flor
de un día.
Para vivir,
morir es algo más que su contrario,
es su perfecto corolario;
su dimensión fatal,
la eternidad que va acercándose al
final.
Y huye, huye,
del corazón su palpitar,
huye de ti, huye de mí,
huye el amor,
intensa flor
de un día.» (60)

El 31 de abril nace su segunda hija Laura, está naciendo su "FUGA" y nos encontramos en el pórtico de su tercera trilogía. Desde el amor Luis Eduardo Aute en el tiempo ha chocado con la muerte, se ha enfrentado con la vida, y ahora le asalta la duda y ante la duda, en este momento, el pasmo desgarrador de la fugacidad, del desgarramiento sutil de la vida y del amor, de ese amor anteriormente concebido por él como la música que mueve el universo, o como el motivo buscado y encontrado para seguir viviendo.


«Desde hace algún tiempo te siento distinta,
no sé qué será pero no eres la misma,
observo en tus ojos miradas
que esquivan la mía,
cansada de tanto buscar tus pupilas
pidiendo respuestas a cada por qué,
pero adivino en ti
algo que empieza a huir
y no quiero entender
cuando un presentimiento no crea razón,
sólo infunde terror.
Siento que te estoy perdiendo...
perdiéndote.

Y con monosílabos adormecidos
pretendes decir que dialogas conmigo,
tus gestos son más elocuentes,
al menos son signos
de tu indiferencia por todo lo mío
y más si mi afán es hacerte feliz;
qué fue lo que pasó,
dónde estuvo el error
que no pude impedir
aunque sé que no es fácil decir la verdad
no la digas jamás.

Mis labios no encuentran tu beso oportuno,
ni encuentra mi cuerpo en tu cuerpo refugio,
tan sólo pasivo abandono,
distante desnudo
que entregas como algo que no fuera tuyo,
dejándote hacer en ausente actitud;
qué mortal desazón
es hacerte el amor
cuando ya no eres tú.
No quisiera saber, cuando sueles llorar,
en qué brazos estás.» (61)

Frente a esta nueva experiencia –«mortal desazón que infunde terror»– en las canciones de Eduardo van a aparecer tres senderos como siempre posibles, pero a la vez contradictorios:



• La posibilidad del retorno, o de la vuelta apacible a aquel pasado azul mitificado, romántico y aventurero en el que se entremezclan los recuerdos de la infancia con las grandes utopías.

«También pudiera ser
que huyéramos hacia el azul
con rumbo a un atolón
perdido en los mares del sur,
y allí te construiría
con corales y bambú
una cabaña bajo
un silencioso alud
de blanca luz.
Veríamos junto a las olas
a Daniel Defoe
bebiendo con John Silver
un barril de viejo ron,
a Robert Louis Stevenson
con una leve tos
jugándose a Maureen O'hara
al dominó
con Robinson.

Y el tesoro de la isla
yace bajo algunas rimas
en la cumbre prohibida
de Vaea, en Vailima.

Baroja y Joseph Conrad
raptarían a Melville
para ponerlo a salvo
de la airada Moby Dick;
con Shanti Andía bailaría
un tamouré Lord Jim,
cantado por Jacques Brel
desde su Plat Pays
en Tahití.
Del brazo irían Garfio
y Don Ramón del Valle-Inclán,
colgados de una nube
del Mar de Nunca jamás,
y el feo Bradomín,
católico y sentimental,
daría sus dos brazos
por poder volar
con Peter Pan.

En la familia Robinson
habría un niño más,
el Pequeño Salvaje
que soñara Marryat;
perdido entre una flor
y una vahiné de Paul Gauguin,
Jonathan Wyss escribiría
con champán:
Felicidad.
En la taberna de Colón
sería carnaval,
Salgari se disfrazaría
de Cápitan Grant,
de carabela, Verne,
de Jack London, Sandokán,
de Yvonne de Carlo, tú,
yo, de lobo de Mar,
o de Simbad.» (62)

• O la posibilidad de derramarse intensamente en el presente para escapar del pasado o para despistarse ante la incógnita del futuro.


«Bailemos, bailemos, pues,
los últimos compases del derroche,
viajeros de la noche,
sonámbulos sin pies,
bailemos, pues,
bailemos, pues.…

Bailemos, bailemos, pues,
con máscaras, disfraces y tambores,
confundan los colores
lo que es y lo que no es,
bailemos, pues,
bailemos, pues…» (63)

• O tal vez la aventura de un viaje a toda prisa al más allá, hacia el futuro, cruzando los espejos tras las horas que se van y siempre a la búsqueda de aquella tierra del alba o de aquel tesoro oculto más allá del universo.

«Vámonos,
que queda poco tiempo,
vámonos,
apenas un momento,
vámonos,
y acudamos al baile
que recorre las calles.
Y hay que sacar los pies del tiesto
y correr a toda prisa
tras las horas que se van,
girando sobre sí mismas,
un, dos, tres, como en un vals.
Vámonos,
huyamos de los cielos,
vámonos,
bajemos al infierno,
vámonos,
a ser cuerpo sin alma,
sin más fe, sin más patria
que el mapa que dibuja el fuego;
vámonos, seamos pasto
de las llamas del amor,
que es obra del mismo diablo
cuando pretende ser Dios.
Vámonos,
no lo pienses más,
vámonos,
que es la cuenta atrás,
vámonos,
vámonos por ahí...
Vámonos,
viajemos hacia adentro,
vámonos,
cruzemos el espejo,
vámonos,
a través de los ojos
a buscar el tesoro
oculto tras el universo.
Vámonos, barco pirata,
a buscar la libertad
detrás de cada mirada
cuando se mira en el mar.
Vámonos,
que el fin está por medio,
vámonos,
que tocan a degüello,
vámonos,
a ocupar el ahora
antes de que la historia
lo llene con sus cementerios.
Vámonos, junto a los locos
deslumbrados por el sol,
que nos invaden los monstruos
del sueño de la razón.
Vámonos,
no lo pienses más...» (64)

(60) "Flor de un día" (Fuga, 1982).
(61) "Siento que te estoy perdiendo" (Fuga, 1982).
(62) "Vailima" (Fuga, 1982).
(63) "Bailemos pues˝ (Fuga, 1982).
(64) "Vámonos por ahí" (Fuga, 1982).

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