Sala «La Cueva del Bolero». Madrid. |
El pasado jueves día 3 tuve el placer de volver a reencontrarme con Pablo Guerrero –recitando y cantando–, acompañado de su fiel amigo, y cómplice de todo tipo de aventuras musicales, Nacho Sáenz de Tejada y de Clara Ballesteros. Fue en una entrañable y cálida sala de Madrid, llamada «La Cueva del Bolero»
Nacho, como siempre, disfrutando y haciéndonos disfrutar de los sonidos de su guitarra –es, sin duda, uno de nuestros músicos actuales más importantes y con mayor experiencia en el arte, nada fácil, de acompañar y mimar musicalmente el canto popular o la "canción de autor". Clara, siempre tan apasionada, ofreciéndonos temas inmortales y bellísimos como "Volver a los diecisiete", de Violeta Parra. Y Pablo cantando a corazón abierto, con todo su sentir volcado en un decir profundo, auténtico; como si su canto –como si cada una de sus palabras– fuera un latido. Fue especialmente emocionante su interpretación de canciones como "A cantaros", "Dulce muchacha triste" y "Los sueños" tema con el que inició su actuación.
«Los sueños ven la tierra desde arriba.
Los sueños tienen ojos transparentes.
Los sueños iluminan.
Los sueños son posibles.
Tos sueños descienden como lluvia.
Tus sueños acuden si los llamas.
Tus sueños viven más que tu vida.
Tus sueños se intalan en tu casa.
Tus sueños son posibles.
Los sueños están en los bolsillos
de los trajes usados y los besos.
Los sueños eligen las miradas
que en el futuro van a ser verdades.
Los sueños son posibles».
Pablo Guerrero, además de ofrecernos sus canciones, nos leyó también algunos textos de su nuevo libro de poemas «¿No son copos de nieve?», publicado por Maia Ediciones.
Poemario al que le antecedieron, entren otros, "Canciones y poemas" (1989) –que tuve el placer de prologar–, "Los dioses hablan por boca de los vecinos" (1999), "Donde las flores se convierten en agua" (1999), "Tiempo de espera" (2002), "Viviendo siglos˝ (2006) –con dbujos de Antonio Sosa–, "Escrito en una piedra" (2007) y "Los cielos tan solos" (2010) –con ilustraciones de Miguel Copón.
«La poesía de Pablo Guerrero, –escribe José Ignacio Eguizábal en el prólogo del nuevo libro– como toda poesía verdadera, no sabe. Anuncia y canta. Celebra. No necesita saber; está más acá del conocimiento que por si mismo es dominio, voluntad. Por eso la poesía es alada, divina; porque escapa a la necesidad y a las vicisitudes de la "ratio". Escapa de la ramplonería de lo útil, tanto como de la futilidad del mero adorno, de lo que a veces se llama "literatura". Y no aspira a la supuesta profundidad del conocimiento, a la supuesta seriedad del saber; un saber, por cierto, que nunca hablará al hombre de su ser mismo».
Decir, por último, que al nuevo libro de poemas publicado por Pablo le acompañan un preciso conjunto de ilustraciones, a toda página, creadas por Miguel Copon, ilustraciones que se funden con los poemas creando climas verdaderamente mágicos y misteriosos. He aquí cuatro muestras de esas ilustraciones:
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