Alfredo Zitarrosa. |
En 1976, Alfredo Zitarrosa, acosado por la violencia y por la intolerancia represiva de la dictadura militar uruguaya tuvo que exiliarse. Primero se trasladó a Argentina, donde, a los pocos meses de llegar, le asaltó un nuevo golpe de Estado, lo que le obligó a continuar su exilio hacia España. Después, tras residir en Madrid hasta abril de 1979, se encaminó a México y de nuevo a Argentina, país donde permaneció hasta que pudo regresar a Uruguay, en marzo de 1984... Este fue, durante aquellos años, su destino: «caminar las calles de Montevideo por todo el mundo».
Alfredo Zitarrosa y Mercedes Sosa en Argentina. |
En España, precisamente, compuso y grabó las canciones de dos discos fundamentales: "Guitarra negra" (1977) –composición a la que dedicaré el "cuelgue" de mañana– y "Candombe del olvido" (1979).
Antes de entrar a comentar estos discos, considero importante reproducir, a continuación, un fragmento de una especie de carta, o de mensaje, firmado por Alfredo, que apareció impresa en la carpeta del LP "Guitarra negra". Decía así:
«Al oyente español: Vivo en Madrid desde septiembre de 1976; estoy exiliado en España. No sé a quién pueda interesar, pero –más que nunca en este caso– siento necesidad de hacer una presentación formal de mi persona y mi quehacer; el cantar. Porque después de haber grabado quince discos como éste y aún cuando en España existen –aunque inhallables– otros tres discos míos, “Guitarra Negra” es el primer larga duración que grabo en este país. Y me siento agradecido por haber tenido ocasión de hacerlo más allá de la certeza –bien que gozosa– de estar pagando una deuda antigua con la España que mejor amamos los latinoamericanos como yo: la de los Machado y Unamuno, Lorca y Hernández, Juan Ramón, Casals, Picasso, Ortega y Julián Marías, Juan Gris y Verdes, José Hierro y Blas de Otero y León Felipe y Falla y tantos... tantos españoles que desde el fondo mismo del idioma –o el lenguaje– y hasta por la obligatoria consecuencia de haber aprendido con ellos a “pensar en castellano” –válgame Quevedo y Vallejo, Gógora y Darío Cervantes y nuestros Espínola o Quiroga–, son los autenticos orígenes, la fragua en la que nacen –tal vez pura chispa de un metal que aún debe calentarse al rojo vivo– versos y sentíres como éstos»
Antes de entrar a comentar estos discos, considero importante reproducir, a continuación, un fragmento de una especie de carta, o de mensaje, firmado por Alfredo, que apareció impresa en la carpeta del LP "Guitarra negra". Decía así:
«Al oyente español: Vivo en Madrid desde septiembre de 1976; estoy exiliado en España. No sé a quién pueda interesar, pero –más que nunca en este caso– siento necesidad de hacer una presentación formal de mi persona y mi quehacer; el cantar. Porque después de haber grabado quince discos como éste y aún cuando en España existen –aunque inhallables– otros tres discos míos, “Guitarra Negra” es el primer larga duración que grabo en este país. Y me siento agradecido por haber tenido ocasión de hacerlo más allá de la certeza –bien que gozosa– de estar pagando una deuda antigua con la España que mejor amamos los latinoamericanos como yo: la de los Machado y Unamuno, Lorca y Hernández, Juan Ramón, Casals, Picasso, Ortega y Julián Marías, Juan Gris y Verdes, José Hierro y Blas de Otero y León Felipe y Falla y tantos... tantos españoles que desde el fondo mismo del idioma –o el lenguaje– y hasta por la obligatoria consecuencia de haber aprendido con ellos a “pensar en castellano” –válgame Quevedo y Vallejo, Gógora y Darío Cervantes y nuestros Espínola o Quiroga–, son los autenticos orígenes, la fragua en la que nacen –tal vez pura chispa de un metal que aún debe calentarse al rojo vivo– versos y sentíres como éstos»
LP "Guitarra negra", versión española, 1977. |
En la cara A de "Guitarra negra", Alfredo nos ofrece un largo texto, con fondo de milongueo, que lleva ese mismo título, y que él calificó como "contracanciones"; texto intimista y profundo, con la experiencia del exilio como telón de fondo, en el que se comprueba, como diría Washington Benavides, que la voz de un hombre puede ser la voz de un pueblo; es decir, donde se hace latente que el quemante decir de Alfredo era la voz de muchos, de la inmensa mayoría de los uruguayos exiliados.
En la cara B de aquel disco, Alfredo grabó cinco canciones "Coplas al compadre Juan Miguel" –de Yamundo Palacios y de Óscar del Monte–, "Cual de esas mozas" –de Alfredo–, "La vuelta el obligado" –de Miguel Bracó–, "Canción de los horneros" –de Yupanqui y Romildo Risso–, y "Stefanie", bellísima canción de Zitarrosa.
«Stéfanie, no hay dolor más atroz que ser feliz.
Decías anoche: "óuvi-me, po- favó,* bésame aquí" (fonético).
Stéfanie, sé que tu corazón "fala yi mi"* (fonético).
Y eso es dolor, Stéfanie…
Stéfanie, yo ayer estaba solo y hoy también
pero en mi cama ha quedado el perfume de tu piel.
Te veo salir, correr por el pasillo del hotel:
la vida es cruel, Stéfanie…
Stéfanie, hay una sombra oscura tras de ti;
de tu ternura, recuerdo la mirada azul- turquí,
los pies calientes, tus palabras de amor en portugués,
pero no a ti, Stéfanie…
Sé más valiente; hazme saber si va a sobrevivir
entre la gente el color de tu pelo, Stéfanie...
Debes vivir la soledad que sales a vender;
sé más mujer, Stéfanie…
Stéfanie, yo tampoco te quiero, mas tu amor,
por el dinero, ha olvidado al obrero y al señor.
Esta canción que pregunta por ti, que no ha dormido,
es puro olvido… Stéfanie…!».
La canción Stéfanie se puede escuchar entrando en los siguientes enlaces:
http://www.youtube.com/watch?v=7qtK_PteZNk
http://www.youtube.com/watch?v=aP6AXy3-ta8&feature=related
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