Cecilia. (Fotografía de Francisco Ontañón). |
Continúo recordando a Cecilia y renovándole mi admiración; ella fue, sin duda, una de nuestras jóvenes compositoras e intérpretes más importantes, y de mayor calidad, en la década de los setenta. Una mujer que, en plena dictadura franquista, se posicionó artística, política e intelectualmente como un ser libre y con voz propia; y que supo romper, a través de sus canciones, con todos los estereotipos machistas de la época, sobre todo con aquellos que condenaban a la mujer a la irreflexión, al sometimiento y a comportamientos sumisos, conformistas y bobalicones. Una mujer joven, bella y misteriosa que, desde mi punto de vista, aún no ha sido lo suficientemente descubierta y valorada.
En 1973 grabó su segundo LP titulado "Cecilia 2"; disco valiente y atrevido que transpiraba coherencia y sinceridad por todos y cada uno de sus surcos. Para mí es, sin duda, uno de los discos más importantes grabados en aquella época a pesar de su complejidad; entre otras razones porque es el que mejor nos aproxima al conocimiento de la identidad de su autora, y, por otra parte, porque nos ofrece una interesantísima visión de la España de los años setenta desde la perspectiva de los sentimientos, es decir, desde los latidos cotidianos de una ciudadana inconformista que busca su identidad a contracorriente de un tiempo y de un pais.
Aquella mujer de veinticinco años, que en su primer álbum había conseguido un notable éxito, optó, un año después, por ofrecernos una nueva obra de carácter muy intimista en la que sale al encuentro de su propia identidad, para desnudarla y compartirla en canciones
Aquella mujer de veinticinco años, que en su primer álbum había conseguido un notable éxito, optó, un año después, por ofrecernos una nueva obra de carácter muy intimista en la que sale al encuentro de su propia identidad, para desnudarla y compartirla en canciones
Un trabajo profundo, sincero y muy personal en todos los sentidos.
Para empezar, esas cualidades se advierten, por ejemplo, en la cubierta del LP: sobria, diseñada e impresa en blanco y negro –jugando con los contrastes– y radicalmente distinta de la de su disco anterior, en el que la artista aparecía vestida con pantalones vaqueros y hasta con un enorme guante de boxeo. En este caso Cecilia, hermosamente fotografiada por Francisco Ontañón, opta por la serenidad, sumergiéndonos en un clima misterioso, introvertido y de extremada belleza.
Por otra parte, el disco "Cecilia 2" es un trabajo discográfico profundo, sincero y muy personal también, –y sobre todo–, por el contenido de sus canciones; 10 hermosas canciones que nos ofrecen, como seguidamente indicaré, una interesantísima panorámica vital y sentimental del ser humano, y, en particular, de la mujer durante aquellos años que apuntaban, ya en España, el final de la dictadura.
En el disco nos encontramos canciones como "Cuando yo era pequeña", "Me quedaré soltera", o "Si no fuera porque...", de planteamientos oscuros, o sea, de horizontes confusos y de "horas bajas"; planteamientos con los que Cecilia cuestiona su existencia llena de vida –yo se que había una vida potente en su interior– pero sometida al absurdo por un sistema sin alma.
«Aunque el camino sea estrecho,
el polvo se pegue al cuerpo,
aunque los vientos me arrastren,
sigo mis sendas sin lastre.
Andar como un vagabundo,
sin rumbo fijo, sin meta,
vueltas de veleta,
al soplo del viento al azar;
el caso es andar,
el caso es andar.
No me propongo destino,
no quito puestos a nadie,
porque mi puesto es el aire,
como el olor del buen vino.
Sabiendo que nunca es tarde,
mi pie siempre en el estribo,
y cada paso que piso,
un paso menos que dar;
el caso es andar,
el caso es andar.
No dejo rastro ni huella
por no ser ni soy recuerdo,
yo paso haciendo silencio
sin ser esclavo del tiempo.
Por límite el horizonte,
y por frontera la mar.
Por no tener ni tengo norte
y no sé lo que es llegar;
el caso es andar,
el caso es andar.
No me pertenece el paisaje,
voy sin equipaje por la noche larga,
quiero ser peregrino por los caminos de España
quiero ser peregrino por los caminos de España».
Soy consciente que me he extendido mucho en la evocación del disco "Cecilia 2", pero creo que ha sido necesario; como antes decía lo considero uno de los discos más significativos de lo que fué en los años setenta, y de lo que. para mí, sigue siendo, la auténtica "canción de autor".
Mañana le dedicaré un tercer y último "cuelgue" a esta creadora a la que tanto quise y tanto admiro.
En el disco nos encontramos canciones como "Cuando yo era pequeña", "Me quedaré soltera", o "Si no fuera porque...", de planteamientos oscuros, o sea, de horizontes confusos y de "horas bajas"; planteamientos con los que Cecilia cuestiona su existencia llena de vida –yo se que había una vida potente en su interior– pero sometida al absurdo por un sistema sin alma.
«Cuando yo era pequeña
me metía en cada charco
me calaba hasta los huesos
mis zapatos eran barcos.
Cuando yo era pequeña
a la vuelta del colegio
me creía que la lluvia
eran lágrimas del cielo.
Cuando yo era pequeña era feliz
ahora qué será de mi».
(“Cuando yo era pequeña”).
«Soy como un verso suelto sin rima, sin par.
Soy un alma en pena contando lunas,
Apenas me quedan ni para contar».
(“Me quedaré soltera”).
«Si no fuera porque
me tienen que enterrar
y que dos cipreses negros
se comerán mis sueños. [...]
Si no fuera porque mi amante
es algo sentimental
me mataría mañana
sin pensarlo más. [...]
Si no fuera porque es tan triste
convertirse en recuerdo
me mataría mañana
sin pensar en ello».
(“Si no fuera porque...”).
Junto a aquellas canciones en "Cecilia 2", nos encontramos otras de denuncia clara y directa contra la guerra ("Un millón de sueños") o contra la despersonalización y la inhabitabilidad de las grandes ciudades ("Mi ciudad"). Canciones que muy poca gente se atrevía a cantar en 1973.
Mi ciudad la hicieron de cristal y cemento,
arrancan flores y plantan faroles,
ensanchan calles,
asfaltan valles.
Mi ciudad la hicieron de ruidos y olores.
son horizontes de rascacielos,
nubes de humo negro,
anuncios de colores.
(“Mi ciudad”).
Por último, y como contrapunto a todo lo anterior, Cecilia incorporó también en su disco canciones en las que remonta el vuelo y apuesta por la esperanza; por una esperanza activa que supone ruptura y reanudación de un nuevo camino vital al eco de los versos machadianos. Canciones como "Me iré de aquí" –vinculada a amor y al tema "Canción de amor"–, y, sobre todo, "Andar".
«Aunque el camino sea estrecho,
el polvo se pegue al cuerpo,
aunque los vientos me arrastren,
sigo mis sendas sin lastre.
Andar como un vagabundo,
sin rumbo fijo, sin meta,
vueltas de veleta,
al soplo del viento al azar;
el caso es andar,
el caso es andar.
(Fotografía de César Lucas). |
No me propongo destino,
no quito puestos a nadie,
porque mi puesto es el aire,
como el olor del buen vino.
Sabiendo que nunca es tarde,
mi pie siempre en el estribo,
y cada paso que piso,
un paso menos que dar;
el caso es andar,
el caso es andar.
No dejo rastro ni huella
por no ser ni soy recuerdo,
yo paso haciendo silencio
sin ser esclavo del tiempo.
Por límite el horizonte,
y por frontera la mar.
Por no tener ni tengo norte
y no sé lo que es llegar;
el caso es andar,
el caso es andar.
No me pertenece el paisaje,
voy sin equipaje por la noche larga,
quiero ser peregrino por los caminos de España
quiero ser peregrino por los caminos de España».
("Andar")
Soy consciente que me he extendido mucho en la evocación del disco "Cecilia 2", pero creo que ha sido necesario; como antes decía lo considero uno de los discos más significativos de lo que fué en los años setenta, y de lo que. para mí, sigue siendo, la auténtica "canción de autor".
Mañana le dedicaré un tercer y último "cuelgue" a esta creadora a la que tanto quise y tanto admiro.
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