"Emigrantes". Escultura de Agustín Casillas. |
Hasta aquí –en los tres "cuelgues" anteriores– he analizado, a partir de los contenidos desarrollados en la canción, lo que podríamos calificar como los "preámbulos" en los que se enmarca o desde los que se plantea el problema de la "emigración", vamos ahora a adentrarnos en el núcleo humano de dicho problema, es decir, en la experiencia vital de la persona que, habiendo abandonado tierra y familia, intenta reinsertarse en una nueva y desconocida realidad.
Experiencia humana de integración realmente difícil y problemática desde distintos puntos de vista:
Experiencia humana de integración realmente difícil y problemática desde distintos puntos de vista:
• Necesidad de integración que supone la ruptura –si no definitiva, sí por una larga temporada– con los lazos afectivos y culturales que se dejan atrás y de los que prácticamente resulta imposible desprenderse. Difícilmente el emigrante renunciará a su pasado y alejará de su mente y de su corazón el proyecto anhelante del retorno a hogar abandonado.
• Integración, a su vez, ejercida no desde un protagonismo social, sino desde una situación de pobreza económica y con mucha frecuencia de marginación. El emigrante se siente y se percibe, a sí mismo y por los demás, como un pobre extraño que busca desesperadamente en tierra de otros, lo que su propia tierra le ha negado.
• Integración al mismo tiempo materialmente difícil ante el enfrentamiento con una realidad absolutamente extraña y diferente a la propia: nueva lengua, nuevos paisajes, nuevas costumbres y, a veces, hasta formas completamente distintas de concebir la existencia. Experiencia que provoca desconcierto, arrinconamiento y soledad y que, como reacción, une física y afectivamente a los emigrantes entre sí en una especie de clan defensivo y nostálgico ante la hostilidad del medio en el que se encuentran inmersos.
(Problemas de integración que se plantearon los emigrantes españoles durante los años setenta a los ochenta, pero que, en realidad, están siempre latentes cuando cualquier ser humano se siente obligado a emigrar por las razones que sean; latentes, por ejemplo, en los inmigrantes que desde hace años están llegando a nuestro país en busca de una esperanza para sus vidas y las de sus familiares).
Toda esta realidad, núcleo del drama social, la podemos encontrar totalmente reflejada en la "canción de autor", siempre en un tono profundamente afectivo y teñido de una sutil amargura. (En este momento estoy recogiendo canciones sobre la emigración española de los años setenta y ochenta. En el último "cuelgue", que dedique a este drama social, presentaré y escucharemos canciones creadas por los jóvenes cantautores dedicadas a los inmigrantes que en estos últimos años están llegando a nuestro país).
Carlos Cano, por ejemplo, nos introduce en esa experiencia de la mano de "El Salustiano", un personaje tipo y símbolo del colectivo de los emigrantes.
«Hasta un pueblo d'Alemania
ha llegao el Salustiano
con más de cuarenta años
y de profesión el campo,
pa buscarse l´habichuela
y ahorrar algunos marcos
y que pueda la parienta
comprar algunos marranos.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.
En principio se hace dura
sobre to la soleá,
esa gente chamullando
no se le entiende ni atá.
Menos mal que algunas veces
la embajada cultura]
les manda al Julio iglesias
y a un tal Manolo Escobar.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.
Y así s'acaba la historia
del güeno del Salustiano
de tanto apencar los güesos
otro gallo l'ha cantao.
Gallo dice que l'obrero
de cachondeo está jarto,
si no hubiera ido a Alemania,
no hubiera aprendido tanto.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban»
("El Salustiano". Carlos Cano. 1975).
Pablo Guerrero retoma la misma perspectiva pero desde una vertiente más directa y entrañable, al descrirbirnos el encuentro de un emigrante con uno de sus compatriotas; encuentro de soledades y añoranzas compartidas del que estalla una comunicación evocadora de realidades que les fueron comunes y en las que se encuentran especialmente identificados.
«Un día cambió todo:
nuevos paisajes y los mismos dolores.
Las manos tienen callos, pero no de espigas,
y el corazón sin vino que solo está y qué solo.
Si el Rin fuera el Guadiana no estaríamos aquí
borrachos de nostalgias y cerveza,
borracho de vino no bebido
de ese vino caliente que hiere la cabeza.
Al vernos nos dijimos: Chacho, ¿qué haces tú aquí?
Como si fuera una casualidad habernos encontrado.
Tú nos contaste cosas mientras con avaricia
un cigarro negro entre todos fumábamos.
Nos contaste tu vida, de piedra despedida,
de piedra golpeada, de piedra sola y dura
y entre la niebla tan sólo fue un momento
apareció de golpe el sol de Extremadura.
Allá estará el camino, allá estará el cortijo
del tío Pacorro, el alcalde del pueblo,
y un poco a la derecha seguirá la era de padre
y el río y el castillo que se verá a lo lejos.
Me hubiera gustado decirte que quizá todo cambie,
que algo pasa en el campo, en el aula y la mina,
pero no sé si mi voz fue muy convincente
y tu expresión siguió lo mismo de dormida.
Pero bueno, dejémonos de melancolías
y si no hay vino con cerveza brindamos
y porque lo pediste, sólo por eso,
una canción de Manolo Escobar tarareamos».
("Emigrante". Pablo Guerrero. 1975)
Paralelamente a estas canciones anteriores, que nos sumergen en las limitaciones y dificultades experimentadas por el emigrante de cara a su integración, podemos encontrar también otro núcleo de ellas en las que el problema es planteado a partir de la comunicación sencilla y espontánea que el trabajador establece con sus familiares quedados en el lugar de origen. Una comunicación que al desarrollarse a unos niveles profundamente afectivos resulta mucho más directa y a la vez también mucho más conmovedora.
Son canciones que al ser por si mismas lo suficientemente expresivas no es necesario introducirlas con ningún tipo de comentario. Vamos a recordar dos de ellas; la primera es una conversación telefónica creada por el "cantautor" sevillano Benito Moreno, y la segunda una carta escrita por el para siemre inolvidable Ovidi Montllor.
Benito Moreno, autor del siguiente tema –conversación telefónica– incorporado a su disco "Ellos, ellos, elllos y.... ella" (1976). |
«Sí. ¿Cómo estás en estos tiempos raros?
¿Sigue todavía cantando el pájaro?
¿Los buenos siguen buenos? ¿Y los malos?...
Escucha, ¿hay muchos todavía en paro?
¿Que no viene el cartero por la casa?
Pues que no sé escribir, pero te quiero,
que si supiera te escribiría una carta
y no se quedaría en el tintero.
Si que me doy cuenta del silencio,
estar lejos, ya sabes, me encanalla,
que estar tan lejos de allí no tiene precio,
¡que mejor no hables de eso!, anda, calla.
Van a subir de nuevo los salarios...
Y los niños, ¿dan siempre tanta guerra?...
Sí, te he mandado dinero, con Rosario...
¿Aquí?, frío, no es como en nuestra tierra.
Despacio pasa el tiempo, muy despacio...
Sé que Toto está enfermo, por Consuelo...,
el parte lo escucho por la radio
de transistor, esa que mandó el abuelo,
dale las gracias y también un beso...
Yo aquí no compro nada, todo es caro,
¿al cine?, una vez, a un cine de esos,
pero ver esas cosas creo que es malo.
La cocina la hago, pero mala,
yo le echo igual que tú le pones,
no sabe como allí, sabe muy rara...
también sé ya coserme los botones.
Yo no comprendo aquí lo que me dicen,
cuando hace falta, pues, traduce el Sergio,
este idioma es lo más raro que existe,
eso, hay que aprenderlo en los colegios...
Pues todavía no lo sé seguro,
vamos por Navidad, en un Peugeot,
mil y pico francos, tres mil duros,
no la mitad Sergio y la otra yo.
Así no tenéis que ir a la estación...
Bueno Pepa, no, si yo no bebo
adios... ... ...
... Sí finí la comunicación,
ouí, ouí, ¿combien, madame... debo?
... ¡A esta gente no la entiende ni Dios!
("Hablando con Pepa". Benito Moreno, 1976).
«Querida Antonia:
Te escribo desde aquí,
lejos de casa.
La lluvia va mojando
los sucios vidrios
del bar extraño
donde ahora estoy, ahora, esperando
un vaso de vino
y un poco de engaño.
No tengo otra solución
lo sabes ya: el engaño
Me llenaré de él,
para seguir viviendo,
para seguir aguantando,
para seguir amando.
Te he mandado el dinero
como todos los meses.
Por ahora no hay aumento.
Paciencia, todo llegará.
He guardado un poco
para comprarme un abrigo.
El invierno, sin tu cuerpo
es mucho más crudo.
Se dice que van a pasarme
a una sección más descansada.
Y, si Dios quiere, muy pronto
encontraré casa.
Y vendréis aquí, tú y la niña,
Mi compañero de habitación
ha estado enfermo.
La gripe, cosas de ahora,
ya sabes...., el invierno.
Llevo más de una semana
esperando carta.
¿Estáis enfermos?
Me hacéis sufrir muchísimo
tan lejos de casa.
El próximo año, quizá
tengamos coche.
¡Quien iba a decirlo!
Y escuela para la niña
sin pagar.
Y dinero suficiente
para no llorar.
Todo ello, pero, ya sabes...
lejos de casa,
aquello que no se olvida
ni con vino,
este que tengo yo ahora
en la mesa.
Aún llueve, Antonia.
Mañana será domingo
y no pasearemos los tres juntos
por la plaza del pueblo.
Cuidaros mucho. Besos.
Escróbeme más a menudo».
("Carta a casa". Ovidi Montllor, 1973).
«Estimada Antònia: / T'escric des d'ací, / molt lluny de casa. / La pluja va mullant / els vidres bruts / del bar estrany / on, ara, em trobe esperant / un got de vi / i un poc d'engany. / No tinc més solució, / ja ho saps: l'engany. / I m'ompliré tot d'ell, / per anar vivint, / per anar aguantant, / per anar estimant. / T'he enviat els diners, / com tots els mesos. / Per ara no hi ha augment. / Paciència, tot arriba. / Me n'he guardat uns quants / per a comprar-me un abric. / L'hivern, sense el teu cos / és molt més cru. / Diuen que em passaran / a una secció més descansada. / I, si Déu vol, molt prompte / trobaré casa. / I vindreu tu i la nena. / El company del meu "cuarto" / ha estat malalt. / La grip, coses molt d'ara, / ja saps... l'hivern. / Fa més d'una setmana / que espere carta. / Esteu malalts? / Em feu patir moltíssim, / tan lluny de casa. / L'any que ve, potser / tindrem cotxe. / Qui ho havia de dir! / I escola per a la nena / sense pagar. / I diners suficients / per a no plorar. / Tot això, però, ja saps... / lluny de casa, / allò que no s'oblida / ni tan sols amb vi, / aquest que tinc jo ara / posat a taula. / Encara plou, Antònia. / Demà serà diumenge / i no passejarem tots tres junts / per la plaça del poble. / Cuideu-vos molt. Besades. / Escriu-me més sovint».
Preciosa recopilación y sesudo análisis. Imagino lo agridulce que ha tenido que ser escribir estas entradas. Y esas canciones tienen un algo...
ResponderEliminarEl día que murió mi abuela materna, Benedicto colgó en su blog su "Cantar de berce pro víspera de emigrar"; me ayudó mucho ese día, y la encontré apropiada, pues al día siguiente tenía que irme a Extremadura. ¡Cómo me hubiera gustado ponerla esas canciones, sobre todo las primeras, de Pablo! Algo que no pudo ser.
me gusta
ResponderEliminar