Hoy inicio una serie de "cuelgues" dedicados a la EMIGRACIÓN en cualquiera de sus manifestaciones, sean cuales sean los motivos que la provocan, y el lugar en que pueda producirse... No sé cuántos "cuelgues" serán; serán los que resulten necesarios para poder acercarnos desde la sensibilidad, y en profundidad, a este drama humano tan cruel y doloroso.
Dos son los motivos por los que me he decidido a abordar este tema:
El primero, y el más importante, manifestar mi radical solidaridad con los emigrantes –sean quienes sean, y procedan de donde procedan–; una solidaridad que deseo que se traduzca en la posibilidad de introducirnos en sus corazones, en sus almas, para percibir sus sentimientos y vincularnos afectiva y generosamente a ellos.
Pensemos que la "emigración" no es un hecho histórico del pasado ¡no!; lo fue ciertamente, pero se sigue repitiendo; sigue habiendo personas de los más diversos rincones del mundo que llegan a nuestro país buscando entre nosotros el pan, la solidaridad y la justicia; y, al mismo tiempo, sigue habiendo cada vez más ciudadanos españoles que tienen que emigrar para poder sobrevivir; ciudadanos que fotografía, por ejemplo, Alfonso del Valle –"cantautor" sevillano– en la canción que seguidamente vamos a poder escuchar; canción titulada "Suspiráis de España" que está intencionadamente relacionada con un conocido pasodoble compuesto en 1902 con el nombre de "Suspiros de España".
«Sus-pirais porque no hay nada
y por desesperación,
con la esperanza gastada
de que ya empiece a ir mejor.
La historia cuenta que antaño
tu abuelo se hubo de ir.
Quizá no hace tantos años
y se vuelve a repetir...
...y a exilios en tierra extraña
sus-pirais de España.
De esa que gana mundiales
y da a Lorcas y a Dalís
y que desde los arrabales
de Europa está a verlas venir.
La de presiones fiscales,
políticos de postín,
de vehículos oficiales
y de mucho Urdanmanguín.
A exilios en tierra extraña
sus-pirais de España.
De la del salto la rana,
el Lalalá y Eurovisión.
La del "vuelva Vd. mañana"
y la cabra de la legión.
Y de esa la del plan Marshall,
bata de cola y tambor.
Esa de siempre "a dios gracias"
y "haz de tripas corazón".
A exilios en tierra extraña
SUS-PIRAIS de España».
El segundo motivo por el que voy a escribir y publicar estos "cuelgues" sobre la "emigración" es ofrecer un testimonio práctico y directo de lo que ha sido, es y debería de ser la auténtica "canción de autor, a la que no se le puede, ni se le debe, atribuir, bajo ningún concepto, el "tópico generalizado" del "aburrimiento" y de la "politización". ¡Ojalá hubiera, en la actualidad, más expresiones artísticas y musicales de la sensibilidad, de la ternura, y con tanta sed de justicia y de solidaridad como las que vamos a poder escuchar y leer hoy, y durante los próximos días!.
El contenido de estos cuelgues voy a plantearlo tomando como referencia básica un extenso libreto que escribí y publiqué en 1988 con motivo de la edición de un triple LP titulado "España fuera de España. Canciones de Ida y Vuelta. Antología de Canciones sobre la Emigración", y una serie de programas radiofónicos que me solicitó Eduardo Sotillos siendo director de Radio Exterior.
«Las canciones –dice Vázquez Montalbán– son a la vez paisaje de un tiempo, huella de quienes las cantaron y fotografía de los suspiros tolerados y prohibidos de una sociedad».
Paisajes, huellas y suspiros. Esto es y esto han sido siempre el auténtico canto popular y la "canción de autor"; una expresión incontenible del alma que se vuelca y que se comunica en desahogos, desgarros, esperanzas y denuncias. Expresión del gozo y de la fiesta a veces, y expresión también de la injusticia y del dolor...; y siempre, "bajo los acordes de suspiros".
Hablar, por tanto, del canto popular y de la "canción de autor" es hablar de los latidos de pueblo, es perseguir sus huellas, y es dejarse seducir, encantar y perder en sus paisajes; es, en el fondo, aproximarse a su acontecer histórico, y a su presente, desde la verdad más auténtica, más cotidiana y más profunda, o sea, desde esa verdad que se proyecta y se traduce en el lenguaje de los sentimientos.
Hoy, cuando por las razones anteriormente expuestas, me propongo fotografiar el hecho histórico y latente de la emigración me resulta imposible hacerlo sin referirme a las canciones que fueron y que son desahogo sensitivo y, en cierta medida, consuelo para los emigrantes. Canciones como la "Zamba del emigrante", escrita por Ismael y Rodolfo Serrano, e interpretada por Ismael, con Mercedes Sosa, en su disco "Sueños de un hombre despierto" (2007).
Canciones que han sido muy diversas y en ocasiones hasta contrapuestas. Unas que fueron toleradas y otras prohibidas. Unas escuchadas cientos de veces en las radios de la dictadura; otras coreadas –entre cerillas y mecheros encendidos– en recitales subversivos; y, felizmente, otras nacidas en libertad ya en plena democracia, como las que hemos escuchado de Alfonso del Valle o Ismael Serrano... Canciones algunas de lenguaje primario y cargadas de tópicos; y otras de alta calidad musical y poética y cargadas de rabia y de impotencia...
Pero, a fin de cuentas, todas canciones del pueblo, y en el pueblo "suspiros" –cuando las hace suyas– Suspiros que se hacen voz y sentimiento de un mismo drama que encuentra su origen en la miseria y en la impotencia de muchas personas incapaces de subsistir en su tierra natal, y abocadas de forma irremediable hacia un exilio forzado a la búsqueda, en lugares extraños, del pan, del trabajo y de la justicia que en su propia tierra les niega.
El contenido de estos cuelgues voy a plantearlo tomando como referencia básica un extenso libreto que escribí y publiqué en 1988 con motivo de la edición de un triple LP titulado "España fuera de España. Canciones de Ida y Vuelta. Antología de Canciones sobre la Emigración", y una serie de programas radiofónicos que me solicitó Eduardo Sotillos siendo director de Radio Exterior.
Cubierta del libreto adjunto al triple LP "España fuera de España. Canciones de Ida y Vuelta". |
INTRODUCCIÓN
«Las canciones –dice Vázquez Montalbán– son a la vez paisaje de un tiempo, huella de quienes las cantaron y fotografía de los suspiros tolerados y prohibidos de una sociedad».
Paisajes, huellas y suspiros. Esto es y esto han sido siempre el auténtico canto popular y la "canción de autor"; una expresión incontenible del alma que se vuelca y que se comunica en desahogos, desgarros, esperanzas y denuncias. Expresión del gozo y de la fiesta a veces, y expresión también de la injusticia y del dolor...; y siempre, "bajo los acordes de suspiros".
Hablar, por tanto, del canto popular y de la "canción de autor" es hablar de los latidos de pueblo, es perseguir sus huellas, y es dejarse seducir, encantar y perder en sus paisajes; es, en el fondo, aproximarse a su acontecer histórico, y a su presente, desde la verdad más auténtica, más cotidiana y más profunda, o sea, desde esa verdad que se proyecta y se traduce en el lenguaje de los sentimientos.
Hoy, cuando por las razones anteriormente expuestas, me propongo fotografiar el hecho histórico y latente de la emigración me resulta imposible hacerlo sin referirme a las canciones que fueron y que son desahogo sensitivo y, en cierta medida, consuelo para los emigrantes. Canciones como la "Zamba del emigrante", escrita por Ismael y Rodolfo Serrano, e interpretada por Ismael, con Mercedes Sosa, en su disco "Sueños de un hombre despierto" (2007).
«Tengo que partir, mi corazón,
antes que yo otros se fueron.
Todos saben que las aves migratorias
siempre encuentran el camino de regreso.
Todos saben que las aves migratorias
siempre encuentran el camino de regreso.
No llores más, mi corazón,
que yo no busco el olvido.
Sólo busco futuro y horizonte,
el faro que orienta al naufrago perdido.
Sólo busco futuro y horizonte,
el faro que orienta al naufrago perdido.
Sube al ómnibus de Zitarrosa
una mañana de domingo,
aquel que nos llevaba al cerro.
Buscarás en la ciudad dormida
el sueño que tuvimos siendo niños.
Buscarás en la ciudad dormida
el sueño que tuvimos siendo niños.
Regarás bien, mi corazón,
nuestro jardín y los recuerdos.
Y cuando pasees por el mercado
brindarás a mi salud con medio y medio
Y cuando pasees por el mercado
brindarás a mi salud con medio y medio.
Volveré muy pronto, mi corazón,
y sanará el barrio enfermo.
Todos saben que las aves migratorias
siempre encuentran el camino de regreso.
Todos saben que las aves migratorias
siempre encuentran el camino de regreso».
Canciones que han sido muy diversas y en ocasiones hasta contrapuestas. Unas que fueron toleradas y otras prohibidas. Unas escuchadas cientos de veces en las radios de la dictadura; otras coreadas –entre cerillas y mecheros encendidos– en recitales subversivos; y, felizmente, otras nacidas en libertad ya en plena democracia, como las que hemos escuchado de Alfonso del Valle o Ismael Serrano... Canciones algunas de lenguaje primario y cargadas de tópicos; y otras de alta calidad musical y poética y cargadas de rabia y de impotencia...
Pero, a fin de cuentas, todas canciones del pueblo, y en el pueblo "suspiros" –cuando las hace suyas– Suspiros que se hacen voz y sentimiento de un mismo drama que encuentra su origen en la miseria y en la impotencia de muchas personas incapaces de subsistir en su tierra natal, y abocadas de forma irremediable hacia un exilio forzado a la búsqueda, en lugares extraños, del pan, del trabajo y de la justicia que en su propia tierra les niega.
«Hasta un pueblo d'Alemania
ha llegao el Salustiano
con más de cuarenta años
y de profesión el campo,
pa buscarse l´habichuela
y ahorrar algunos marcos
y que pueda la parienta
comprar algunos marranos.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.
En principio se hace dura
sobre to la soleá,
esa gente chamullando
no se le entiende ni atá.
Menos mal que algunas veces
la embajada cultural
les manda al Julio iglesias
y a un tal Manolo Escobar.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban.
Y así s'acaba la historia
del güeno del Salustiano
de tanto apencar los güesos
otro gallo l'ha cantao.
Gallo dice que l'obrero
de cachondeo está jarto,
si no hubiera ido a Alemania,
no hubiera aprendido tanto.
Yo no creo que el sombrero
les toque en la tómbola
a esos gachós trajeados
que viven de na.
Que lo roban, lo roban,
con cuatro palabritas finas lo roban»
("El Salustiano", de Carlos Cano.
Canción grabada en su primer LP: "A duras penas" (1975)
El tema de la emigración me provoca una sensibilidad especial...soy hija de emigrantes, de hecho nací fuera del lugar que mas querían mis padres...Por suerte volvi cuando tenía 5 años..y ya no salí de mi Zamora,jajajaja.
ResponderEliminarLucini, me encanta esta entrada!!
Gracias.
Hola Fernando
ResponderEliminarPor si te interesa, se ha publicado una recopilación de canciones de la emigración en Bélgica
"Rumba Hispano Belga" 1960-1989
https://www.facebook.com/rumbahispanobelga/