Hoy concluyo el primer capítulo de mi libro
"Cronica cantada de los silencios rotos"
y dentro de él el apartado titulado
"QUALSEVOL NIT POT SORTIR EL SOL" (5).
Frente a la realidad descrita en el "cuelgue" anterior, prácticamente desde que finalizó la guerra civil, en todo nuestro país –y por supuesto en absoluta clandestinidad– se crearon multitud de cantos que podríamos calificar de auténtica protesta y de un carácter absoluta y radicalmente reivindicativo y antifranquista; cantos que fueron surgiendo de forma espontánea, que por supuesto no trascendían más allá del pequeño círculo en que se crearon y a los que pudimos acceder gracias a dos periodistas italianos: Sergio Liberovici y Michele L. Straniero. Estos dos periodistas vinieron a España en 1961 y lograron efectuar una minuciosa investigación que publicaron al año siguiente en Turín y que se tradujo al castellano poco tiempo después, en Montevideo, por la Editoria El Siglo Ilustrado. (Particularmente, yo pude hacerme con esa edición en el año 1965, viviendo ya en Madrid, gracias a un militante de la JOC –"Juventud Obrera Católica"– que consiguió, no sé muy bien cómo, pasar el libro furtivamente por la frontera con motivo de un viaje que tuvo que realizar a Francia.
Concretamente, en el pórtico de esa publicación los autores nos explicaban así el trabajo de investigación que habían realizado:
«Esta colección es el resultado de un viaje hecho a España en el mes de julio de 1961, durante el cual hemos tratado de acercarnos al mayor y más variado número de personas posible; en efecto, nos hemos detenido con jóvenes y ancianos, escritores y hombres del mundo de la cultura en general, profesionales, políticos, obreros, pescadores, campesinos, gente de la calle. De sus anécdotas y de su voz hemos obtenido casi todos los textos que aquí se incluyen. Es un material de actualidad, todavía no recogido antes y, por tanto, no organizado ni completo. El único elemento que le da unidad y que hace de este conjunto un pequeño "corpus" muy representativo desde el punto de vista cultural y político, es el de la oposición popular al régimen instaurado en España por Franco en 1939. Esta realidad política es también la única razón de nuestra recopilación.
Las composiciones que se incluyen pertenecen al género de "cantos de protesta", o sea ese tipo de canto que acompaña a "acontecimientos históricos, conmociones, reivindicaciones, situaciones revolucionarias de especial malestar o tensión social", que denuncia, de algún modo, la injusticias sociales y canta la exigencias de la libertad. Son, por tanto, cantos populares, ya que a pesar de la variedad de extracción –elemental o culta– y de posición política –desde un ligero lamento hasta las precisas indicaciones de lucha–, expresan un concepto de la vida y del mundo netamente en contraste con el optimismo de la sociedad oficial».
La gran penetración clandestina de esas «canciones o cantos de la nueva resistencia española» –no tanto por el número de ejemplares que cruzaron la frontera, sino por el número de copias que hicimos y nos pasamos de ellas– coincidió también, durante los años sesenta, con la progresiva entrada en España de una nueva forma de concebir y de crear la canción que nos llegaba a través de tres frentes o manifestaciones: por una parte, la canción francesa, surgida después de la segunda guerra mundial, en voces como las de Brassens, Leo Ferré, Ferrat o Jacques Brel; por otra, el folk norteamericano, con Bob Dylan, Pete Seeger o Joan Baez, y en tercer lugar, la canción latinoamericana con dos voces hermanadas de una extraordinaria sensibilidad: Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui.
Imaginemos por un momento –lo cuál es bastante difícil de no haberlo vivido– lo que pudo suponer en la España del franquismo y del nacional-catolicismo escuchar, como diría Aranguren, en una «intimidad política asediada» canciones como ésta de Atahualpa Yupanqui:
«Un día yo pregunté:
¿Abuelo, dónde esta Dios?
Mi abuelo se puso triste,
y nada me respondió.
Mi abuelo murió en los campos,
sin rezo ni confesión.
Y lo enterraron los indios
flauta de caña y tambor.
Al tiempo yo pregunté:
¿Padre, qué sabes de Dios?
Mi padre se puso serio
y nada me respondió.
Mi padre murió en la mina
sin doctor ni protección.
¡Color de sangre minera
tiene el oro del patrón!
Mi hermano vive en los montes
y no conoce una flor.
Sudor, malaria y serpientes,
es la vida del leñador.
Y que naide le pregunte
si sabe dénde esta Dios:
Por su casa no ha pasado
tan importante señor.
Yo canto por los caminos,
y cuando estoy en prisión,
oigo las voces del pueblo
que canta mejor que yo.
Si hat una cosa en la tierra
más importante que Dios
es que naide escupa sangre
pa’ que otro viva mejor.
¿Qué Dios vela por los pobres?
Tal vez sí, y tal vez no.
Lo seguro es que Él almuerza
en la mesa del patrón».
("Preguntitas sobre Dios")
Todas estas canciones, unidas a la toma de conciencia social y política que algunos sectores de la juventud adquirían en la universidad, y, otros muchos, no universitarios, por ejemplo en los movimientos obreros y rurales de las comunidades cristianas de base –recordemos que los partidos políticos y los sindicatos libres oficialmente estaban totalmente prohibidos–, provocaron lo que podríamos llamar el "gran hallazgo": la posibilidad de expresar a través de la canción, en un lenguaje directo y sencillo y con una gran riqueza simbólica y proyectiva, la necesidad de recuperar la identidad perdida, la vida en libertad y, en general, la proclamación y la defensa de los derechos y de los valores fundamentales que, en aquel momento, y desde hacía ya años, se negaban y se acribillaban brutalmente.
Rómpete, sin miedo.
Rómpete en mil pedazos, sin miedo [...]
Con los dientes,
con los dientes defenderé
cada palmo de tierra de mi patria;
con los dientes.
Aquí sigo esclava de mi afecto,
a la cerca de mi casa, al rocío
y a la frágil azucena».
("Rómpete guitarra" y "Con los dientes". Elisa Serna)
Así fue como la llamada "nueva canción" –o "canción de autor"– se echó a cantar por los caminos; caminos por dentro y por fuera del país.
Fuera de nuestras fronteras, en la voz de jóvenes exilados o emigrantes como Paco Ibáñez, en París, poniéndole música y cantando a nuestros poetas con una austeridad y con una belleza extrema; o como Imanol, un vasco entrañable, rotundo en su cantar y de una generosidad y sensibilidad sin medida; o como Bernardo Fuster, amigo entrañable, que desde Alemania, y bajo el seudónimo de Pedro Faura, nos entregó dos discos absolutamente sigificativos de la época: "Manifiesto" y "Volver, no es volver atráa"; o también el canto de combativos amantes de la libertad como Paco Curto, José Barbá ("¡Compañeros!... ¡Unidos!"), José Pérez ("España, Castilla, Libertad"), Laurentino cantándole a Alberti ("El poeta en la calle") o Pedro Ávila ("El hombre nuevo cantando").
Dentro de nuestras fronteras, como desarrollaré en los siguientes capítulos, a través de las diferentes voces y movimientos culturales que se movilizaron por todos los rincones del Estado.
«SOMNIEU. / És clar que sí, somniem constantment. / ESPEREU MASSA. / És clar que sí, ham après a esperar i ho esperem tot. / VOLEU MASSA. / És clar que sí, volem massa, més, tot, àvidament. / TENIU MASSA PRESSA. / Sí, és clar que sí, caminar, arribar, recomençar, tenim pressa, molta pressa.
Dentro de nuestras fronteras, como desarrollaré en los siguientes capítulos, a través de las diferentes voces y movimientos culturales que se movilizaron por todos los rincones del Estado.
Y así fue, también, como aquello que Platón anunciaba en "La República" empezó a hacerse realidad: la "nueva canción" se fue introduciendo poco a poco, trastornando la vida pública y privada y llegando a influir decididamente –y hay que decirlo así, porque así fue– en la configuración de nuestra democracia.
«La casa se va llenando... ¡Biemvenidos! ¡Pasad, pasad!... Hay sitio para todos..., aquí seguimos los que a pesar de todo continuamos creyendo y confiando en que alguna noche todavía puede salir el sol...».
«SOÑÁIS.
Pues sí, claro, soñamos constantemente.
ESPERÁIS DEMASIADO.
Pues sí, claro, hemos aprendido a esperar y lo esperamos todo.
QUERÉIS DEMASIADO.
Pues sí, claro, queremos demasiado, más, todo, ávidamente.
TENÉIS DEMASIADA PRISA.
Pues sí, claro, caminar, llegar, recomenzar, tenemos prisa, mucha prisa.
SOÑÁIS.
Sí, inevitablemente. El sueño de hoy como posibilidad del mañana.
ESPERÁIS DEMASIADO.
Pues sí, claro, y no nos avergüenza ser esclavos de la esperanza.
QUERÉIS DEMASIADO.
Pues sí, claro, es nuestro rabioso derecho, y más aun nuestro deber.
EXIGÍS.
Pues sí, claro, apasionadamente o con tristeza.
Y de todos modos,
y de todos modos mejor así,
mejor un pueblo que se mueve
aunque a veces precipitado,
aunque a veces demasiado prudente,
aunque a veces sucio, bajo, rastrero,
aunque a veces sublime,
mejor así, con toda su condición humana, extraña y sencilla;
mejor así, que un rebaño de corderos sometido al cálculo de los ordenadores de intereses.
Por ello, nadie debe avergonzarse de decir, nadie debe avergonzarse de gritar:
soñamos, sí, constantemente, soñamos sin límites en los sueños,
soñamos hasta lo inimaginable.
Soñamos siempre
y lo esperamos todo, hemos aprendido el arte de esperar, el arte de esperar
en noches interminables de impotencia; sabemos esperar y lo esperamos todo, todo,
y lo queremos todo, queremos lo imposible para llegar a lo posible,
queremos lo posible para llegar a lo imposible;
mejor así, con toda la condición humana, extraña y sencilla;
mejor así, que un rebaño de corderos sometidos al cálculo de los ordenadores de intereses;
por ello; si alguna vez nos dicen, si alguna vez se atreven a decirnos...
SOÑÁIS.
¡Pues sí, claro! constantemente, soñamos siempre.
Si nos decís: ESPERÁIS DEMASIADO.
Pues sí, claro, hemos aprendido a esperar, y lo esperamos todo.
Si nos decís: QUERÉIS DEMASIADO.
Pues sí, claro, queremos demasiado, y aún más, ávidamente.
Si nos decís: TENÉIS DEMASIADA PRISA.
Pues sí, claro, caminar, llegar, recomenzar, sí, tenemos prisa».
(“Soñais”)
Lluís Llach. |
«SOMNIEU. / És clar que sí, somniem constantment. / ESPEREU MASSA. / És clar que sí, ham après a esperar i ho esperem tot. / VOLEU MASSA. / És clar que sí, volem massa, més, tot, àvidament. / TENIU MASSA PRESSA. / Sí, és clar que sí, caminar, arribar, recomençar, tenim pressa, molta pressa.
SOMNIEU. / Sí inevitablement, el somni d'avui com possibilitat del demà. / ESPEREU MASSA. / És clar que sí, i no ens fa cap vergonya ésser esclaus de l'esperança. / VOLEU MASSA. / És clar que sí, és el nostre dret rabiós, i encara més el nostre deure. / EXIGIU. / És clar que sí, apassionadament o amb tristesa.
I tanmateix, / i tanmateix, millor així, / millor un poble que es mou, / encara que, a vegades, precipitadament / encara que, a vegades, massa prudent, / encara que, a vegades, brut, baix, rastrer, / encara que, a vegades, sublim, / millor així, amb tota la seva condició humana, estranya i senzilla; / millor així, que no un ramat de xais sotmès al càlcul dels ordenadors d'interessos. / Per això, que ningú no s'avergonyeixi de dir, que ningú no s'avergonyeixi de cridar: / somniem, si, constantment, / somniem sense límits en els somnis, / somniem fins l'inimaginable. / Somniem sempre, / i ho esperem tot, hem après l'art d'esperar, aquest art d'esperar / en nits interminables d'impotència; / sabem esperar i ho esperem tot, tot, / i ho volem tot, volem l'impossible per a arribar al possible, / volem el possible per a arribar a l'impossible; / millor així, amb tota la seva condició humana, / estranya i senzilla; / millor així, que no un ramat de xais sotmès al càlcul dels ordenadors d'interessos; / per això, si mai ens diuen, si mai ens gosen dir...
SOMNIEU / És clar que sí! constantment, somniem sempre. / Si en dieu: ESPEREU MASSA. / És clar que sí, hem après a esperar, i ho esperem tot. / Si ens dieu: VOLEU MASSA. / És clar que sí, volem massa, més i tot, àvidament. / Si ens dieu: TENIU MASSA PRESSA. / És clar que sí, caminar, arribar, recomençar, sí, tenim pressa». (“Somnieu”)
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