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viernes, 26 de julio de 2024

MIS MEMORIAS BIBLIOGRÁFICAS (13): "TESTIMONIOS MUSICALES. BIOGRAFÍA DE LUIS EDUARDO AUTE" (1987)

Conocí personalmente a Luis Eduardo Aute a mediados de los setenta, y desde entonces hemos compartido encuentros y vivencias que han sido muy importantes en mi "vida entre canciones"; una de ellas, por ejemplo, fue poder escribir su biografía, en 1987. Biografía que fue publicada, junto a dos LP's, por el Círculo de Lectores dentro de una serie de libro-discos titulados genéricamente Testimonios musicales.

Esa biografía nació en la madrugada del 10 de octubre de 1986. Aute acababa de presentar su doble disco 20 canciones de amor y un poema desesperado en Madrid, y, al terminar el concierto, a la salida, me presentó a uno de los directivos del Círculo de Lectores y me preguntó directamente si estaba dispuesto y me apetecía escribir un libro sobre su trabajo; libro biográfico que deseaban publicar en el Círculo junto a una antología de sus mujeres canciones.

Mi reacción inmediata ante aquella solicitud de Eduardo fue un sí rotundo. Recuerdo que me hizo tan feliz la propuesta que aquella misma madrugada la anuncié en el programa de radio que estaba haciendo en la COPE. Al día siguiente me puse a trabajar en el proyecto.

Me apeteció empezar a trabajar seleccionando las canciones que podrían ir en los dos discos que se iban a editar como una antología básica. Nunca resulta fácil hacer una selección de canciones entre una obra tan amplia como la suya cuando globalmente te entusiasma. (Aute en aquel momento ya había publicado trece LP's). Al final, después de pensarlo mucho, hice una selección de 22 canciones (11 + 11). Concretamente las siguientes:

DISCO 1. 
• Al alba.
• Autotango del cantautor.
• Nana a una niña fría.
• Cine, cine.
• A vivir.
• Dentro.
• Siento que te estoy perdiendo.
• Dos o tres segundos de ternura.
• Albanta.
• Elijo la locura.
• Las cuatro y diez.

sábado, 20 de julio de 2024

MIS MEMORIAS BIBLIOGRÁFICAS (12): "DON DON Y DOÑA DOÑA VIENEN AL «COLE»" (1987)

Hoy voy a rescatar un proyecto pedagógico, muy especial, que me divirtió mucho crearlo y ponerlo en marcha. Fue una linda experiencia que le da, sin duda, un toque muy especial de color y de alegría a "Mi memoria bibliográfica"

En 1987, sufrí una rotura de menisco. La operación fue complicada y el traumatólogo me aconsejó que durante un tiempo, además de hacer la imprescindible recuperación diaria, debería dejar la enseñanza, sobre todo en el colegio, porque no era recomendable que pasara muchos horas estando de pie.

En aquellas circunstancias, casualmente, una amiga, que estaba trabajando como responsable de publicaciones en la Editorial Alhambra, decidió dejar ese puesto y me propuso que le sustituyera. Me entrevisté con Eric Ruiz, que en aquel momento era el presidente de la editorial, y a los pocos días dejé el colegio y empece a trabajar en Alhambra como director editorial. (Lo que decidí no abandonar fueron mis clases en la Escuela de Magisterio; continué con la optativa Música, canción y pedagogía en el turno de tarde.)

Justo cuando empecé a trabajar en Alhambra me encontré que la editorial había publicado dieciocho títulos de la maravillosa colección de cuentos «Mr. Men y Little Miss» («Don y Doña») de la que es autor el escritor e ilustrador británico Roger Hargreaves.


Personalmente descubrí y conocí estos personajes e historias de Roger Hargreaves a mediados de los años setenta y me entusiasmaron. Son pequeños cuentos ilustrados con gran sencillez y expresividad, que nos ofrecen personajes e historias que simbolizan valores y comportamientos próximos a la vida y a la experiencia cotidiana del mundo infantil; personajes como "Doña Sonrisas" o "Don Coquillas", o "Don Tacañete" o "Doña Tardona".

Concretamente los 18 cuentos que Alhambra tenía publicados eran los siguientes.

Doña Brujilla, Doña Mandona, Doña Menudita, 
Doña Presumida, Doña Brujilla, Doña Sonrisas,
Doña Tardona, Doña Tímida y Doña Traviesilla.

Don Cosquillas, Don Feliz, Don Glotón,
Don Memorión, Don Diminuto, Don Miedica,
Don Pupas, Don Saltarín, Don Tacañete


En cuanto me encontré con aquellos cuentos y aquellos maravillosos personajes ideé y puse en marcha un proyecto al que titulé "DON DON Y DOÑA DOÑA VIENEN AL «COLE»" concretado en un libro-fichero, dirigido a los maestros y maestras, en el que, tras concretar el contenido de cada cuento, proponía numerosas actividades para trabajar y divertirse en el aula con cada personaje, actividades especialmente relacionadas con el Área de Lengua y con la Educación en Valores y Derechos Humanos.


Realizar aquel proyecto, que pude publicar en castellano, catalán y gallego, fue una maravilla sobre todo porque todos y cada uno de los personajes que me proponía que entraran en las escuela eran fantásticos.

El proyecto, los cuentos y el libro-fichero los presentamos en las Biblioteca Nacional.

jueves, 11 de julio de 2024

MIS MEMORIAS BIBLIOGRÁFICAS (11): VEINTE AÑOS DE CANCIÓN EN ESPAÑA (1963-1983). VOLUMEN 4: "DE UN TIEMPO, DE UN PAÍS" (1987)

Finalmente, el cuarto volumen de Veinte años de canción en España (1963-1983): De un tiempo y un país salió en 1987. Era el punto final de un gran proyecto y de una etapa muy importante en la historia de «mi vida entre canciones».


Tuve la suerte de que las cubiertas las ilustrase la pintora salmantina Isabel Villar. Artista plástica que, cinco años antes, había creado el lienzo que Fernando Trueba utilizó para el cartel de su película Mientras que el cuerpo aguante; documental sobre la vida, las canciones y el mágico universo imaginativo y creador de Chicho Sánchez Ferlosio.




El prólogo correspondió en esta ocasión al filósofo, catedrático de Ética y Sociología, y ensayista José Luis López Aranguren. Hombre radicalmente demócrata y apasionado por y para la libertad que, en 1965, fue expulsado de la universidad junto a Enrique Tierno Galván y Agustín García Calvo, acusados por Franco de incitar en sus clases a la subversión.


Yo siempre había sentido una muy profunda admiración hacia Aranguren, había leído y subrayado sus libros y me lo había encontrado más de una vez como espectador en los conciertos de los cantautores en Madrid durante los años de la transición. Fue precisamente en uno de esos conciertos donde me acerqué a saludarle y mantuvimos nuestra primera conversación. 



Recuerdo que Luís Llach viajó a Madrid para presentar su disco Astres (1986) en el teatro Monumental; maravilloso concierto del que pudimos disfrutar varios días. En aquellos tiempos era bastante habitual que los creadores catalanes, vascos o gallegos cantasen en Madrid; tenían bastantes posibilidades de hacerlo y un público que llenaba sus conciertos. Hoy por hoy, ese disfrute resulta cada vez más impensable en una ciudad que, como tantas otras, es capaz de llenar un polideportivo para escuchar a alguien que canta en inglés, pero que pasa casi absolutamente de descubrir y disfrutar la obra de creadores catalanes, valencianos, vascos o gallegos que componen y cantan en sus propias lenguas. Esto es algo que no puedo entender y que me cabrea bastante. 


El día del estreno de Astres, al llegar al teatro Monumental y sentarme en la butaca, me di cuenta de que dos filas más adelante estaba el profesor Aranguren. No pude reprimir las ganas de saludarle y, en el descanso del concierto, me acerqué a él. Hablamos no más de cuatro minutos y, con verdadera sorpresa y mucha alegría por mi parte, me dijo que tenía y había consultado alguna vez mis libros de Veinte años de canción en España. Jamás lo habría imaginado. Cuando terminó el concierto volvimos a vernos en el camerino saludando a Llach y José Luis me dio su teléfono. Me invitó a volver a encontrarnos para continuar nuestra conversación.



Esa misma semana llamé a Aranguren y quedamos en su casa. Me comentó que estaba escribiendo un nuevo libro de ensayos al que iba a titular Ética de la felicidad y otros lenguajes (que llegó a ser Premio Nacional de Ensayo en 1989) y a partir de ahí nos pusimos a hablar de la «canción de autor». Descubrí que en ese terreno compartíamos pasiones y convicciones. José Luis Aranguren era un verdadero adicto a la «canción de autor».


En el contexto de aquella conversación le propuse que me escribiera, si podía y le apetecía, el prólogo del cuarto volumen de Veinte años de canción en España que, además, cerraba el proyecto. Me dijo que sí. Le mandé el original. A los pocos días volvimos a encontrarnos en su casa y ya lo tenía.


En aquel prólogo había dos reflexiones que, desde que las leí por primera vez, me gustaron y me llamaron la atención.


Una de ellas es la utilización que hace Aranguren de la expresión «razón utópica», entendida como capacidad para pensar que un mundo mejor es posible y que, en consecuencia, merece la pena esforzarse por conseguirlo. Ya lo habíamos comentado antes en su casa: las canciones de los años sesenta, setenta e inicios de los ochenta alimentaron y fortalecieron la «razón utópica» de un amplio sector de la ciudadanía, o sea, alimentaron y fortalecieron nuestro pensamiento esperanzado. Ya nos lo cantaba y nos lo advertía precisamente Llach: «Si cal, refarem tots els signes ⁄ d'un present tan difícil i esquerp, / però no abarateixis el teu somni mai més» («Y si es preciso, reharemos todos los signos / de un presente tan difícil y arisco, / pero no empobrezcas tu sueño nunca más»). A partir de aquella reflexión de Aranguren cambié mi forma de pensar, de hablar y de escribir la palabra «utopía» por aquella expresión mucho más concreta y comprometida: la «razón utópica».


La otra reflexión que me impactó del prólogo de Aranguren fue la que formuló al inicio del último párrafo, referida al libro: «Es una bella historia de la España contemporánea a través de las canciones». Es cierto, lo he afirmado muchas veces y durante muchos años: en la actualidad y en el futuro, si alguien quiere conocer la verdadera historia contemporánea de nuestro país, tendrá necesariamente que acudir a la «canción de autor», crónica directa y clara del acontecer histórico de «un tiempo y de un país» durante los últimos años de la dictadura franquista y los años nada fáciles (y creo que aún sin cerrar) de la llamada transición democrática. Convicción que, años después, en 1998, dio título a otro de mis libros: Crónica cantada de los silencios rotos.


Seguidamente, reproduzco el prólogo del que venimos hablando:



«Llega la presente obra aquí a su cuarto y último volumen. Los dos primeros fueron dedicados, en una bien hecha repartición de materias, a los sentimientos fundamentales que animaron a la canción española y con los que ella animó a los españoles de los años sesenta y setenta: esperanza, ansia de libertad, búsqueda de una identidad y el amor. Yo no olvidaré nunca la presentación todavía en una política intimidad, si es que pueden casarse estas dos palabras, y desde luego en una intimidad políticamente asediada, que en la sesión de clausura de un congreso internacional nuestro sobre "nouveau roman" y el realismo social, hicieron José María Castellet y sus amigos catalanes de la cançó, de Raimon. Fue un acontecimiento memorable.


»Si la poesía, y en ella, y con ella, la canción, fue "un arma cargada de futuro", los sentimientos políticos suscitados por nuestros cantautores, lejos de oscurecer los problemas –despersonalización, emigración, guerra y violencia, destrucción de la naturaleza, pobreza, injusticia, marginación, lucha de clases, inmovilismo e hipocresía– los pusieron de manifiesto en pujante movimiento de solidaridad, estudiado en el tercer volumen de esta obra. Se tratará con él, nada menos que de hacer caer la "estaca a la que estábamos todos atados”. (A Lluís Llach, hoy buen amigo, lo conocí personalmente mucho más tarde que a Raimon, en el homenaje que ofrecimos en la plaza de toros de Valencia a Joan Fuster. Y por entonces conocí también a José Antonio Labordeta).



José Luis Aranguren con Joaquín Carbonell.


»Mas antes de empezar a hablar del presente volumen, quiero hacer una referencia al epílogo puesto por Antonio Gómez al segundo tomo. Entre tantas cosas agudas como él dice, quiero destacar la observación del nuevo y artificial papel al que, caída la dictadura, ya en la transición, quiso someterse el cantante, cuya función tiene poco que ver con la del político, y menos cuando este se conduce en plan electoral.


»El volumen que ahora aparece es, en su primera parte, el que estudia la canción desde un punto de vista más filosófico, o próximo a la filosofía, y quizá por ello pensó su autor en mí como su prologuista. Trata del sentido de la vida, el tiempo de vivir, la vida como opción liberadora, el sí a la vida; y, por su envés, de la muerte, "una luz que se apaga", la muerte asumida y anticipada y, en fin, la trascendencia de la muerte en la palabra y en el canto. Es, se diría, la gran diferencia entre la "nueva canción" y el "nuevo rock", al que también de refería Antonio Gómez en el mencionado epílogo, el cual, deliberadamente, está compuesto y contado "para pasar" y no "para quedar" o trascender. 


»La segunda parte de este volumen, menos filosófica, es, en cambio, más crítica de una temática concreta: la educación y la escuela, el campo, y, en general, la vida rural, su abandono y su crisis, por una parte; la vida del mar, los marineros y pescadores, por la otra.


»El libro se cierra volviendo, otra vez, a la filosofía poética "de un tiempo y un país", el nuestro, a la esperanza que nunca ha de perderse, el resumen de lo que, a lo largo de doce años, ha aportado la canción a la lucha contra la dictadura y al testimonio de lo que ella ha sido en estos ocho años de transición, hasta el 83, transición al cambio verdadero, que no acaba de llegar, y en cuya espera somos mantenidos por nuestra "razón utópica".


»Sí, una bella historia de la España contemporánea a través de su canción, además de una bella historia de la canción en España, es lo que Fernando González Lucini ha sabido darnos en los cuatro tomos de esta admirable obra».

martes, 2 de julio de 2024

MIS MEMORIAS BIBLIOGRÁFICAS (10): "VEINTE AÑOS DE CANCIÓN EN ESPAÑA". TERCER VOLUMEN: "LOS PROBLEMAS SOCIALES Y LA SOLIDARIDAD" (1986)

El tercer volumen de Veinte años de canción en España (1963-1983), se publicó en enero de 1986 y se centraba en los problemas sociales y la solidaridad; problemas sociales como la despersonalización, la emigración, la guerra y la violencia, la destrucción de la naturaleza, la pobreza y la injusticia, o el inmovilismo y la hipocresía.


La cubierta la creó la grandísima e inolvidable pintora figurativa Amalia Avia, fallecida el 30 de marzo de 2011.


Cuando le hablé del libro a Amalia, me sorprendió a las pocas semanas con un óleo extraordinario en el que aparecen dos emigrantes con sus maletas en una estación de ferrocarril al comienzo de una desgarradora fuga hacia Irún para buscarse la vida en Alemania y encontrar la esperanza que en España se les negaba.




El prólogo lo escribió Manuel Vázquez Montalbán, escritor catalán hacia el que empecé a sentir una gran admiración en 1972 tras la lectura de su libro biográfico dedicado a Serrat, publicado en la colección Los Juglares de Editorial Júcar. Admiración que se acrecentó el día que tuve la oportunidad de disfrutar de su antología Cancionero general I, editado en Lumen también en 1972.


Aquel Cancionero general fue, y sigue siendo, otro de los libros de referencia de «mi vida entre canciones». Recuerdo que cuando pude comprarme el primer tomo y leí el prólogo pensé: «A mí me gustaría ser como este señor y hacer con la “canción de autor” algo similar a lo que él ha hecho con el cancionero popular del franquismo entre 1939 y 1975». Fue así como Vázquez Montalbán se convirtió en el investigador enamorado de la canción que me sirvió de modelo y que, desde entonces, he tenido siempre presente en mi trabajo.


Pasado el verano de 1985, un buen día (de los buenos no, ¡de los buenísimos!) me invitaron a ir a Barcelona a una cena que iba a celebrarse con Mario Benedetti en la Brasserie Flo con motivo de la publicación de dos discos de canciones basadas en sus poemas: El Sur también existe, de Serrat; y A dos voces, con Daniel Viglietti (obra grabada en directo en Buenos Aires). Por supuesto, aunque fue un viaje relámpago, acudí a la cena. Antes de salir de Madrid me enteré de que en la cena también iba a estar Manuel Vázquez Montalbán, así que decidí llevarme a Barcelona los dos primeros volúmenes de Veinte años de canción en España para regalárselos y expresarle con ellos mi admiración.

Al final de la cena, hablé con Manuel y le di los libros. Me preguntó si habría un tercero y le dije que sí. Fue él mismo quien me propuso que, si quería, le mandara el original, porque estaría encantado de prologarlo. ¡Menuda alegría! Y, ¡claro!, el original viajó al día siguiente a Barcelona. A los pocos días me mandó el siguiente texto al que tituló: «La ambición documental de Fernando González Lucini».


«Solo alguien que en su tiempo, hace ya mucho tiempo, trató de ofrecer a la ciudadanía de este país un inventario de lo que el pueblo había cantado entre 1939 y el infinito, está en condiciones de entender el esfuerzo de Fernando González Lucini por inventariar la canción popular española, hija de la cultura de masas. La búsqueda del sexo de la canción popular tenía sentido hasta hace veinte o treinta años. ¿Qué era canción popular hace veinte o treinta años? Pues residuos en retroceso de la canción tradicional y una memoria viva o latente de las canciones vulgarizadas por los medios de comunicación de masas. Fue nuestra promoción, la de los escritores treintañeros al final de los años sesenta, la que reivindicó la canción de consumo como una huella de la sentimentalidad colectiva y descubrió que eran más sintomáticas de un temple popular que una canción tradicional definitivamente arqueologizada por la radio, el cine o la televisión.


»Ante la crítica sociológica, o simplemente aristocrática, de que la canción de consumo era una inculcación externa de una sensibilidad artificial, promovida por el poder político o por la industria de la canción, había que aceptar estas dos evidencias, pero también la de la función social que había ejercido y ejercía la canción de consumo. Al margen de la intencionalidad del inculcador, había que valorar el uso que hacía el inculcado y, valorando el uso, se descubría que el público se había apropiado sobre todo de canciones que le ayudaban a identificarse o vaciarse de las iras abstractas. En el feed-back del público había muchas veces otra lectura bien diferente de la que podía hacer el sociólogo crítico: era la lectura del que no tiene a Eliot para expresarse a través de él o de Jorge Guillén, sino las canciones de Rafael de León o de Manolo Escobar o de los Sirex o de quien sea. Inventariar la canción de consumo significa poner las bases para la comprensión de la evolución de un tono social, entre la espontaneidad de la oferta y la demanda y los acondicionamientos de una cultura dirigida por un poder totalitario bajo el franquismo y por un poder industrial multinacional bajo la democracia.


»Mi empeño de hace quince años, mucho menos ambicioso que el de Lucini, se vio condenado a un relativo fracaso por culpa de la Sociedad General de Autores que presionó a la editorial en demanda de derechos de autor por las canciones reproducidas, demanda utópica que llevó a Esther Tusquets ante el posible paredón de la insolvencia y al segundo tomo de mi Cancionero General a un limbo casi definitivo. Celebro que Lucini haya encontrado circunstancias mejores y que haya trabajado más y mejor que yo para ofrecer al público de hoy y al de mañana un censo importantísimo de lo que los españoles han cantado, e insisto en que lo han cantado, aunque haya sido en silencio.


»Nada quiero añadir a lo que otros epiloguistas o prologuistas han escrito para los volúmenes anteriores de la Summa Cantora de González Lucini, pero sí quisiera señalar la importancia del que tenemos entre manos, porque recoge el documento de esa "otra canción" cargada de buenas intenciones históricas.


»La Nova Cançó catalana, de la que el recopilador traduce abundantes muestras en este libro, abrió la vía de una canción popular crítica que influyó en otros lugares de España. Estas canciones pueblan el bajofranquismo de contenidos que apuestan por otra visión de la realidad y, en definitiva, por otra realidad. Abordando la crítica de las estructuras y de las relaciones sociales y psicológicas existentes, estas canciones forcejeaban con los códigos de la verdad establecida y contribuían al doble juego de reflejar la España oculta por la información y la cultura oficial y divulgar nuestras visiones de los hechos, las personas y las cosas que reeducaban la conciencia democrática y crítica de la ciudadanía. Fernando González Lucini ha recurrido a una clasificación temática del análisis de los contenidos y ha escogido, o mejor dicho, ha encontrado, familias de temas predominantes: la despersonalización, la emigración, la guerra y la violencia, la destrucción de la naturaleza, la pobreza y la injusticia, el inmovilismo y la hipocresía, la solidaridad.


»Más que el resultado de una investigación, parece un programa de lucidez y rearme ético de la sociedad. Y es que las canciones son a la vez paisaje de un tiempo, huella de quienes las cantaron y fotografía de los suspiros tolerados o prohibidos de una sociedad».


Años después, en el 2000, Manuel Vázquez Montalbán volvió a publicar su Cancionero general con el título de Cancionero general del franquismo (1939-1975) en una preciosa edición de la editorial  Crítica. Me lo regalaron mis hijos y, leyendo el nuevo prólogo que encabezaba el libro, me llevé la gran sorpresa, unida a un tremendo agradecimiento, de que me citaba y, además, muy cariñosamente. 

Refiriéndose a la evolución de la canción popular en España posterior a 1975, escribía lo siguiente:


«Pero esta es otra guerra que dejo a la responsabilidad ajena. Desde 1972 han aparecido dos obras singulares: la trilogía de González Lucini [evidentemente, Manuel no conocía el cuarto tomo] Veinte años de canción en España, dedicada a glosar la canción del periodo 1963-1983, espléndido análisis crítico, y los glosarios fenomenológicos y anecdóticos de Manuel Román: Canciones de nuestra vida y Memorias de la copla.


Cuando allá en 1983 inicié con tantas dificultades e ilusiones el proyecto de Veinte años de canción en España, nunca pude imaginarme que me iba a dar tanto reconocimiento y tantas generosas gratificaciones.


MIS MEMORIAS BIBLIOGRÁFICAS (17): PROYECTOS "ALBANTA" Y "ALAUDA" (1990-1994)

Trabajando en la Editorial Alhambra-Longman y en el contexto de la Reforma Educativa planteada a partir de la implantación de la  LOGSE (Ley...